El jueves saltó la noticia de la detención, en septiembre, de un hombre que pretendía atentar contra Pedro Sánchez. La exclusiva la dio Público, propiedad de Roures, -y que hizo posible la adquisición por parte de Barroso de una maravillosa finca de caza en Extremadura; que le jodan a los principios, viva la gauche caviar? y decía algo así como que habían detenido a un francotirador que quería matar al presidente. Que, en todo caso, sería francotirador en potencia; pero parece que en ese diario hablan como esas madres que tienen al hijo opositando 20 años y ya le llaman señor notario.
El hombre detenido se llama Manuel Murillo Sánchez, tiene 63 años, es guardajurado, hijo del último alcalde fascista de Rubí, ultrafondista y siempre saludaba en el ascensor. Murillo lleva más de un mes en prisión. Después del ridículo de la hebilla-granada en el AVE, -todo el mundo se lleva las manos a la cabeza, pero yo vine de Suiza con tres navajas en mi equipaje de mano- ahora un lobo solitario se quiere cargar a PS como venganza por la exhumación de Franco. Lobo no sé; pero solitario mucho. Y la familia del dictador queriendo llevar el caso a Estrasburgo. El Dr. Snchz y Begoña quieren ser los JFK y Jackie españoles, pero pasa lo mismo que si comparas Jamones El Castillo con Joselito: la gran diferencia no sólo está por dentro, sino en el envase.
El presunto magnicida comunicó sus intenciones por guasap a una representante de Vox, y ésta lo denunció ante los Mossos. Pero resulta que esta muestra de patriotismo y rancia derecha no lo hizo por ideales, «lo hice para quedar de patriota delante de la chica a la que se lo envié», dijo en la declaración ante el juez. Magnicidio por amor. Y reconoció que todo lo que había escrito lo hizo bajo los efectos del alcohol: «Ese día estaba inspirado (...) Sé que no es excusa, pero había bebido. Tomé una botella entera de vino y después un tubo. Recuerdo que lo hice estando en un Hostal al que suelo acudir. Casi siempre que voy me bebo una botella. Creo que bebí también algunas cervezas por la mañana. Ese día sé que me afectó más de lo habitual. Recuerdo que estaba sentado y empecé a mandar los mensajes pero sin pensarlo». Qué aguante tiene este hombre, antiguo ultrafondista, varias veces campeón de España, para tirar de la mítica excusa de que ese día le sentó mal el alcohol. Magnicidio pa’ hacerse el chulo.
Es cierto que tenía varias armas ilegales y munición en su casa, que tenía la idea y la manifestó; pero sólo tenía esto, y ya. Le faltaba toda la infraestructura, el apoyo, la munición necesaria, la preparación armamentística y la edad. Que con esto no quiero decir que a este Lee Harvey Oswald de pacotilla no se le condene por los delitos pertrechados: que caiga sobre él todo el peso de la ley.
Lo más importante de todo esto es que nos convenzamos de lo peligroso que es escribir guasaps borracho. Todos hemos caído alguna vez y hemos sido víctimas: esa vuelta a casa como un piojo mientras comes tu kebap y escribes a tu ex, o viceversa. A unos les cuesta el ridículo, a otros la carcel. Recordad, que lo peor lo lleva este hombre en el corazón.
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