El rector de la Universidad recuerda al premio Nobel en el 25 aniversario de su fallecimiento
01 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La Universidad de Oviedo, a lo largo de sus más de cuatrocientos años de historia, ha sabido tomar el pulso de los tiempos poniendo en marcha iniciativas que la convirtieron en pionera y un referente para otras instituciones y para quienes, décadas más tarde, recogemos el testigo de esos proyectos que nos distinguen y con los que debemos continuar. Así sucedió con las primeras movilidades de docentes y estudiantes, por ejemplo. Con el estrechamiento de relaciones con otros países, especialmente los de habla hispana, y con las comunidades de emigrantes asturianos. Con nuestra valiosa extensión universitaria que en este 2018 cumple ciento veinte años. O con una de las distinciones más características de las universidades como es el doctorado honoris causa, cuyo antecedente más remoto lo encontramos en nuestra Universidad, quien ya en el siglo XVIII concedía birretes doctorales y doctorandos honoríficos a personas de inmensa valía. Así lo recoge el rector Fermín Canella en su Historia de la Universidad de Oviedo, al recordar las investiduras a Jovellanos y Campomanes, entre otras personalidades eminentes que la obtuvieron: «Fue también el doctorado una distinción que la Universidad ortogaba honoríficamente a los hombres ilustres, a sus hijos predilectos y, en todas ocasiones, a respetables personajes a quien estaba obligada por protección y señalados favores».
Con ese mismo espíritu de reconocimiento, el 26 de junio de 1967, siendo rector José Virgili Vinadé, la Universidad de Oviedo investía a Severo Ochoa como honoris causa en un acto solemne celebrado en el Paraninfo de nuestro Edificio Histórico en el que actuó como padrino el catedrático más antiguo de la Facultad de Ciencias, Lucas Rodríguez Pire. Hoy, junto a la Sala de Profesores donde el investigador y premio Nobel hubo de vestir su toga antes de que le fuera colocado el birrete doctoral, una de las aulas más polivalentes del noble caserón lleva su nombre, recordando el honor que significa para esta institución contar entre su claustro honorífico de doctores y doctoras con tan admirable científico.
Una paremia de la filosofía china asevera que el hombre sabio no enseña con palabras sino con actos. Del rigor y la coherencia profesional y vital de Severo Ochoa hablan su trayectoria y las personas que le conocieron, como es el caso de la no menos admirable Margarita Salas que, en un gesto de recuerdo que distingue la inteligencia y la generosidad de los y las grandes investigadores, atribuía hace unos días buena parte de la ilusión que impulsa su labor a la influencia del extraordinario científico con quien comparte lugar de procedencia.
Valdés es villa de Nobel y en buena lógica lo reivindica. Pero dotando de contenido esta afirmación que podría haberse quedado en eslogan, el ayuntamiento está haciendo un gran esfuerzo por seguir la estela sabia y activa de Ochoa, quien bien sabía que su trabajo, más allá de las muchas y fundamentales horas dedicadas en el laboratorio, debía extenderse hacia la sociedad, bien formando a otras personas en las aulas, bien compartiendo su conocimiento con otras y otros compañeros, bien divulgando su saber para que pase a ser patrimonio del común.
Coincidiendo con el año Severo Ochoa, la Universidad de Oviedo y y el Ayuntamiento de Valdés firmamos un convenio de colaboración para promover y desarrollar actividades en diversas materias: historia, literatura, música, cine, artes plásticas y escénicas, humanidades, ciencias sociales y el deporte teniendo prioridad especialmente aquellas que tengan una relación con el concejo en que nació y reposan sus restos y los de su mujer tras su fallecimiento. Dentro de la misión de nuestra singular Extensión Universitaria, ambas instituciones hemos trabajado estrechamente en la organización de diferentes actividades como fue el emocionante concierto inaugural de los actos conmemorativos por parte de la Orquesta de la Universidad de Oviedo que tuvo lugar en el mes de febrero.
Asimismo, en los meses de marzo y abril, se celebró la Semana de la Ciencia; entre mayo y junio, dentro de la programación de actividades de divulgación científico-cultural, se realizó la representación de la obra teatral de títeres científicos que tiene a Severo Ochoa como uno de sus protagonistas, y se celebró el ciclo de conferencias “100cia en Ex_tensión”, un espacio de encuentro que apuesta por acercar el conocimiento científico a la sociedad con contenidos de interés general, abiertos al público y participativos, y que, con el apoyo y la colaboración del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), permitió programar cuatro charlas para mostrar el interés científico que actualmente tiene la Psicología a través de las conferencias impartidas por profesorado del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo como son Luis Castejón Fernández, Soledad González-Pumariega, Verónica Martínez López, María Ángel Campo Mon y Pilar Castro Piñeda.
Una de las grandes satisfacciones que tiene nuestra Universidad es ver cumplidos los objetivos de su misión al imbricarse con la ciudadanía y con el territorio al que pertenece y se debe. Nuestra Extensión Universitaria nos lo permite, pero para ello necesita de la complicidad de otras entidades y personas como es el caso del Ayuntamiento de Valdés que con tan buena disposición nos ha ayudado a desarrollar estas propuestas que estoy seguro que serán además el inicio de una colaboración mucho más amplia y duradera. Me gustaría en este punto agradecer su sensibilidad y atención hacia nuestra Universidad al rendir homenaje el pasado mes de marzo a Marita Aragón, valiosa científica y primera vicerrectora de nuestra institución, quien también es un magnífico ejemplo de responsabilidad, trabajo, vitalidad y vindicación de los derechos de las mujeres.
Es de justicia rendir tributo a las personas que, con sacrificio y entrega, abrieron caminos por los que hoy transitamos con seguridad el conjunto de la ciudadanía. Es obligado recoger su testigo con la dignidad que merece, y seguir trabajando para honrar su legado y potenciarlo, continuando con el altruismo y la esperanza que depositaron en nuestras manos. Hoy recordamos a Severo Ochoa en la efeméride de su muerte y debemos hacerlo celebrando su vida, contagiándonos de su espíritu de trabajo, de su bonhomía, inspirándonos en su talento y dedicación para posibilitar y apoyar la labor de nuestro personal investigador y, por extensión, mejorar el futuro de Asturias. Y nuestra Universidad, una vez más, por contar con personalidades de tan incalculable valor, debe estar a la cabeza.
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