Que en la calle hay un consenso para hacer el asturiano lengua co-oficial de Asturies junto con el castellano es un hecho innegable que todo el mundo sabe y es que las encuestas vienen diciendo desde hace años que más de la mitad de los asturianos estamos a favor de ello. A veces, este consenso se ve plasmado en las votaciones de las instituciones, como fue por ejemplo el caso hace menos de un año el ayuntamiento de Xixón, donde el pleno votaba por 23 votos a favor (85%) y 4 en contra (14%) el apoyo a la oficialidad de nuestra lengua propia.
Uno de esos votos era el de Carmen Moriyón, la alcaldesa de Xixón que hoy es presidenta de Foro y que ha armado un gran revuelo en las redes sociales por su aparente cambio de personalidad que la ha hecho pasar de formar parte de ese consenso a favor de la oficialidad a asumir posiciones más liberticidas, propias del PP y Ciudadanos. Está claro que la coherencia con los valores que uno defiende y la firmeza en la lucha por los derechos no es algo propio de la clase política ni asturiana ni española porque el oportunismo y el «donde dije digo digo Diego» es lo común tanto en Xixón como en Galapagar; pero no deja de sorprender una decisión así por parte de una de las dirigentes que hasta ahora habían sido más proactivas en la defensa de la lengua asturiana. Hay que recordar que además de votar favorablemente a este tipo de mociones, Moriyón contó con históricos asturianistas entre sus filas como Carlos Rubiera, que estuvo al frente del departamento de Cultura, o se dejó hacer fotos en la carpa de la Xunta Pola Defensa de la Llingua Asturiana.
Sin embargo, esto no responde a la pregunta que muchos se hacen: ¿Por qué ahora está en contra y hace 10 meses estaba a favor del asturiano la alcaldesa de Xixón? La respuesta, una vez más, no hay que verla ni en lo ideológico ni en lo ético o lo moral; sino estrictamente en el cálculo político cortoplacista que tan de moda está ahora. Y es que Carmen Moriyón no puede ir a las elecciones con una oferta diferente de la que están presentando otros partidos como el PP o Ciudadanos, porque no puede permitirse ser diferente a ellos dado que las aspiraciones de Carmen Moriyón no son ganar la presidencia del Principado con Foro ? eso no va a suceder ? sino erigirse en líder de la derecha y, por lo tanto, participar en unas primarias del PP.
Las primarias del PP son algo bastante peculiar. Estamos aquí ante un partido profundamente autoritario en lo interno donde hasta se hablaba de un «General Secretario» en tiempos de Cascos y que ha estado caracterizado por seguir el liderazgo a capa y espada. Ni Esperanza Aguirre se atrevió a presentarse contra Mariano Rajoy en las horas más bajas (pese a haber hecho el amago), ni hubiesen sido posibles las primarias a nivel estatal que ganó Pablo Casado si el entonces líder del partido, Mariano Rajoy, no hubiese guardado escrupuloso silencio y no hubiese decidido no posicionarse.
El caso del PP asturiano es bastante diferente del PP español. Mercedes Fernández no tiene ninguna intención de irse ni, mucho menos, de guardar silencio a la hora de las primarias, por lo que, a tenor del comportamiento general del partido, nos hace pensar que lo más probable es que sea ella o uno de sus afines el candidato a la presidencia del Principado. Carmen Moriyón sabe ésto y ha entendido que el futuro de la derecha en Asturies pasa por estar unida, por reintegrarse en el PP. Es esta y no otra la única razón por la que no sólo rechazará apoyar la oficialidad del asturiano, sino que va a intentar mimetizarse en todo con el PP: Copiará su programa, hablará de los mismos temas, defenderá las mismas posiciones… y al final convertirá la campaña en la derecha no en una cuestión de posicionamientos ideológicos como podría ser un PP más jacobino a lo Pablo Casado y un Foro más regionalista de centro-derecha a lo Nuñez Feijóo; sino en una mera elección de líderes.
¿La parte buena de todo esto? Sin duda la hay: Y es que la derecha no va a ganar las elecciones autonómicas de 2019 pues las ha convertido en unas primarias donde los tres partidos ofrecen exactamente lo mismo. Un poco como aquel episodio de Futurama en el que se presentaban a las elecciones Jack Johnson y John Jackson, dos políticos que eran clones el uno del otro y decían exactamente lo mismo porque, como se puede ver, pluralismo de partidos no siempre implica pluralidad ideológica ni más opciones para elegir; el centro-derecha regionalista ha quedado definitivamente huérfano.
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