Los sindicatos CCOO y CGT respaldan la creación de un sindicato para «trabajadoras sexuales». La bomba a la línea de flotación de los derechos de las mujeres del sindicato Otras (cuya constitución, impulsada por dos hombres fue publicada recientemente en el BOE) ha conseguido lo que pretendía: dar un lavado por la izquierda (lo que en inglés se conoce como pinkwashing) a la explotación más antigua del mundo, el sistema prostitucional.
Estos sindicatos se presentan como defensores de los derechos y libertades de las mujeres prostituidas y se alzan contra todas las voces discrepantes. Son progres que le quieren dar un baño de respetabilidad al burdel. Cabe exigirles que contesten a una serie de preguntas y lo hagan desde el corazón y la cabeza, y no desde la bragueta, ya que representan a entidades que se dicen defensoras de la justicia social.
Parten de la base de que van a luchar por los derechos de mujeres que libremente eligen vender su libertad sexual a cambio de dinero. ¿Cómo piensan garantizar que ninguna mujer que se afilie tenga dependencia de las drogas? Todo el mundo sabe que una drogadicción puede ser un motor que lleve a la búsqueda compulsiva de dinero, caiga quien caiga. La libertad de las personas que delinquen o se prostituyen sometidas a una adicción está claramente viciada. Estos sindicatos -que han defendido que los jubilados que firmaron las preferentes dieron un «consentimiento viciado»- deberían aplicar este concepto y aceptar que la libertad de una yonqui que se prostituye no es una libertad plena, sino un consentimiento viciado, una vulnerabilidad de la que se aprovecha una de las industrias más despiadadas del mundo. Supongo que estos sindicatos ayudarán a las mujeres con adicciones a recuperarse, no a ser explotadas en el burdel a cambio de drogas.
Otra pregunta que habría que hacerles: como lo que se vende en los burdeles es un derecho personal protegido por la legislación, la llamada «libertad sexual», que se enajena a cambio de dinero, supongo que también garantizarán que las mujeres y jóvenes que pidan la sindicación como «trabajadoras del sexo» tienen a su alcance alternativas vitales que les permitan acceder a mercados que no exijan el sacrificio de una libertad personal. ¿Se investigará si las mujeres que quieran adherirse tienen oportunidades laborales y sociales para hacer otra cosa y optan libremente por la industria del sexo? Hablo de derechos como el acceso a la vivienda, a papeles en el caso de que sean inmigrantes, a otras opciones laborales y servicios para las personas que dependan de ellas.
También quisiera saber si estos sindicatos investigarán si las mujeres han sido víctimas de abusos sexuales y violaciones, pues pueden haber desarrollado patrones traumáticos con su propia sexualidad y conductas autodestructivas que hayan facilitado su participación en el sistema prostitucional. En vez de señalarles la puerta del burdel supongo que estos sindicatos las encaminarán hacia servicios que garanticen su salud mental y su recuperación.
Eliminadas las mujeres con adicciones, las que han sido víctimas y pueden haber desarrollado estrés postraumático, las que no tienen otro modo de satisfacer sus necesidades vitales y las de sus seres queridos, entiendo que quedará un grupo exiguo de mujeres que libremente y teniendo otras opciones a su alcance ha decidido dedicarse a la industria sexual. A este grupo de mujeres el sindicalismo debería de garantizarles el cumplimiento estricto de la normativa de seguridad y salud y riesgos laborales que impida que el ejercicio de este trabajo conlleve riesgos para su integridad física.
Tendría que aplicárseles la misma normativa que a otras profesiones que tratan con fluidos biológicos, como saliva, sangre, sudor, heces u orina. Deberían defender entonces que sus afiliadas prestaran sus servicios con mascarilla, gafas de protección, mono desechable y guantes.
También cabría preguntarles a estos sindicalistas con qué patronal negociarán las condiciones laborales de estas mujeres y qué tipo de negociación colectiva desplegarán. ¿Respaldarán la prostitución de mujeres embarazadas? ¿Cómo garantizarán que una mujer prostituida en la mediana edad, cuando su cuerpo, instrumento de trabajo, ya no sea demandado, no va a aceptar participar en actos objetivamente denigrantes como por ejemplo ser orinada, una práctica que la industria del sexo ofrece en su carta de servicios, en contra de su propio deseo y exclusivamente por necesidad? ¿Cómo regularán el acoso sexual?
Por otro lado, estos mismos sindicalistas ¿qué cursos de formación y reciclaje van a ofrecer a las niñas y jóvenes para alimentar este sector?
Se trata de una industria que afecta al cuerpo de media humanidad y envilece a la otra media, potencial compradora de vidas humanas. Puestos a abrir secciones sindicales nuevas ¿para cuándo un sindicato de mendigos? ¿para cuándo el de vendedores de córneas y riñones? Si de lo que se trata es de negociar, no con el cuerpo sino con las libertades y derechos, ¿por qué no un sindicato de vendedores de votos?
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