El Valle de los Caídos no tendría que haber existido jamás. La Guerra Civil Española no tendría que haber acontecido jamás. Y España, el maravilloso país de la Contrarreforma, hace siglos que tendría que haber encauzado su vida, de manera libre, democrática y tolerante, pero sigue emponzoñada en los egoísmos radicales, en las mentiras, en el sectarismo político, en las corruptelas y corrupciones, o en las envidias feroces como motor de la vida cotidiana... En fin, un cuadro a caballo entre el Surrealismo, el Expresionismo y el Pop.
Y en medio de este panorama artístico tan creativo, va Franco y resucita. Por un lado, es genial, porque los más jóvenes están asistiendo a una lección de historia que no habían recibido en sus clases, con lo cual algo de didáctico y humano tiene.
Pero si uno reflexiona un poco, se cabrea. Resulta que D. Francisco Franco Bahamonde, Generalísimo dictador de las Españas, muere plácidamente en su cama, deciden enterrarlo en el Valle de los Caídos con la venia de Su Majestad D. Juan Carlos I, y una vez bajo tierra, nadie se acuerda de los muertos y exiliados de la Guerra Civil, ni de las familias que se quedaron rotas en este país. Y cuando digo nadie, es nadie. Ni las derechas ni las izquierdas. Porque si hubiesen consensuado entre todos un plan de exhumaciones, de identificaciones, de ayudas a las familias afectadas, de reconciliación y de perdón de corazón, de juicios justos a los criminales de guerra (que hace cuarenta años muchos estaban vivos, ahora ya no), este país fantasmagórico llamado España, no estaría así.
A ningún partido político le interesó nunca cerrar de verdad este dramático y luctuoso capítulo de la historia y vida de España, porque todos tienen mala conciencia e les iban a salir trapos demasiado sucios a relucir.
Eso sí, ahora es muy fácil enfrentarse al fantasma de Franco y hasta puede ser rentable políticamente. Pero ya no resuelve nada. Mucho más urgente que exhumar a Franco vía decretazo, hubiera sido identificar a todos los presos políticos que yacen en la inerte roca excavada con sudor y sangre en el Valle, pero no. Eso para qué ¿verdad?, eso complica, da trabajo, líos, y sería un primer paso para poner en orden la memoria colectiva...
Sin duda, lo mejor es una escenificación magnánima y repolluda, dando lecciones de falsa dignidad y democracia, y mientras tanto los que están en las cunetas, en las simas, en las cuevas, en las criptas, o en las fosas comunes, que se pudran. Y la verdad es que son unos privilegiados, porque han podido pudrirse. Hay miles de españoles, que fueron fusilados y tirados al mar (entre ellos mujeres embarazadas), que no tuvieron esa opción (de aquella ya practicábamos el crimen ecológico y el inclusivismo de género), y de los que ni siquiera existe un censo.
Solo espero que después de que Franco se exilie del Valle de los Horrores, se construya allí un parque temático de la vergüenza, o igual de la desvergüenza, y podamos ser tan imaginativos como siempre. Estaría bien un simulador de fusilamientos para sentir como una víctima o como un verdugo, otro de trabajos forzados (para incentivar la cultura del trabajo), y por supuesto, no debería faltar un holograma de D. Carlos Arias Navarro exclamando ¡Españoles, por fin Franco ha resucitado!
Ah, y de paso podemos idear una gran Ruta Turística del Franquismo. Ya que no estamos dispuestos a hacer justicia, podemos hacer negocio, que se nos da mucho mejor.
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