Las continuas salidas de tono, más propias de un matón de patio de colegio que de un líder mundial, nos llevan a observar a Trump como una persona errática e impulsiva. Y quizás estemos equivocados, tanto que no descarto que sea tan reflexivo como agresivo. Han conseguido que hablemos todo el día de la financiación de su campaña, su conexión con Rusia o sus asuntos con prostitutas de lujo.
Es tanto ruido sucio el que provoca que no nos permite observar lo que quedará cuando se calle y, de momento, ya ha dejado la reforma fiscal más importante de la historia reciente de los Estados Unidos. Gestión que, por sí sola, ya justifica medio mandato. En paralelo, le ha cedido a Rusia el control de Siria a la vez que le ha prometido a la casa de Al Saud que volverá a ser el guardaespaldas del Golfo. La reciente crisis con Irán es una consecuencia de esta decisión. Con ello, ha situado el precio del barril de Brent por encima de los setenta dólares y, de este modo, recuperó, en su totalidad, la industria del esquisto o fracking, es decir, ha conseguido la ansiada autosuficiencia energética.
¿Y las guerras comerciales? ¿Improvisadas o meditadas? Coherentes con su programa electoral. El epicentro de su voto fueron los doce estados que conforman un espacio conocido como manufacturing belt (en español, cinturón industrial). Tras cuatro décadas de decadencia, la que llegó a ser la zona más rica de los Estados Unidos ha pasado a ser conocida como rust belt (cinturón de óxido). Nadie sabe cómo devolverle el esplendor.
Desde la década de los setenta hasta ahora han pasado muchos presidentes por el despacho oval, y ninguno ha revertido la situación. Fácil de entender que sea la cuna de los movimientos antiglobalización, liderados por las fuerzas republicanas. Para ellos trabaja Trump, es a ellos a quienes les habla y, posiblemente, ellos no lo tengan ni por un estúpido ni por un iluminado. Por eso, ha decidido deshacer lo andado, es decir, rebajar el nivel de globalización ¿Quiere vender en Estados Unidos? Produzca en Estados Unidos.
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