Fueron 168 víctimas inocentes, 16 muertos y 152 heridos. Para los terroristas, simples víctimas instrumentales, porque lo que realmente buscan es atentar contra los valores de una civilización que odian. Los motiva el resentimiento, los mueve el fanatismo, y persiguen la imposición y el dogmatismo, enemigos de la tolerancia y la convivencia de las sociedades libres. Y es la solidaridad con las víctimas, pero también la reafirmación en que ningún atentado, ningún terrorista, nos hará flaquear en la defensa de estos valores lo que nos animaba ayer a todos los españoles. Los presentes en Barcelona y los que no, los representados por el rey, que estaba donde la inmensa mayoría de los españoles queríamos que estuviera. Todos menos quienes trataron de convertir un momento de recogimiento y dolor en un acto de desunión. Era un acto de todos y para todos, porque todos fuimos atacados el 17 de agosto del 2017. Y quienes quisieron excluirnos son quienes promueven una sociedad excluyente, intolerante y de pensamiento único. Y cuando Torra se niega a situarse junto al rey renuncia a ser el presidente de todos los catalanes para serlo solo de una parte, de esa parte. La de los iluminados que amenazan los valores de una sociedad en convivencia. Justo lo que los terroristas han sido y serán incapaces de quebrar.
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