Estimada señora Jackson: como director de la agencia Thomas Cook, me dirijo a usted para pedirle disculpas. Sé que el mes de mayo pasado contrató unas vacaciones en Benidorm con esta agencia que no fueron de su agrado. Sé también que para poder disfrutar de estas vacaciones, que consideraba de «ensueño», y que acabaron siendo una pesadilla, estuvo doce meses ahorrando. Nos consta, porque ha trascendido, tanto a la prensa británica como a la española, que el motivo principal de su queja es que había «demasiados españoles» por todas partes y que «la pusieron de los nervios con sus groserías».
También sé que un día incluso llegó a llorar. Esto es intolerable. Todo el mundo sabe que cuando uno contrata unas vacaciones en Benidorm, lo último que cabe esperar es encontrarse con españoles. Para resarcirla y dado que el reembolso íntegro, como usted pide, es imposible, le hemos organizado otro viaje que pensamos será de su total satisfacción.
El destino también es España (ya sabe, sol, playa y buena comida), pero, en este caso, se trata de un enclave distinto: Magaluf, en Mallorca. Aquí apenas encontrará usted españoles, hablará solo inglés y podrá compartir unas vacaciones de ensueño en compañía de valientes compatriotas que practican el balconing de madrugada, que saben beber y que jamás se mostrarían ni groseros ni agresivos. Nada como estar entre los «nuestros».
Piénselo con calma, señora Jackson, y nos comenta. Ante todo, queremos que usted esté satisfecha y que la imagen de nuestra agencia no quede enturbiada por unos cuantos españoles que, como usted dice, «deberían irse a otro lugar en sus vacaciones».
La invitación también se extiende a la amiga que le acompañó. En espera de sus noticias, un saludo cordial.
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