A Fernando Alonso le pasa a veces como al humor de Jerónimo Granda: fuera de Asturias son difíciles de entender. La retranca en los momentos difíciles solo triunfa aquí y, quizá, en Galicia (véase Rajoy). Por eso el mejor piloto español ha sido tantas veces incomprendido. La ironía en determinadas circunstancias y en ambientes donde el idioma de cabecera es el inglés no cuaja. Pero Alonso sí cuajó como uno de los más destacados al que le faltó solo un poco de puntería para pillar el coche bueno en el momento oportuno.
Para su desgracia llegó a Ferrari y a Mc Laren en momentos bajos, cuando apenas podían competir porque había bólidos muy superiores. Él siempre dijo que en la Fórmula 1 la tecnología está por encima del piloto. Ahora, harto de rodar en pelotón de los segundones, da un paso atrás porque ve perspectivas en otros circuitos y en otras competiciones Y ciertamente las pruebas que ha tenido hasta ahora no le han ido nada mal.
Puede irse con la conciencia tranquila. Ha competido desde el primer al último día. La mejor prueba es que prácticamente siempre ha sido superior a su compañero de escudería, que es con quien más fiable es la medida, ya fuera Felipe Massa, Jenson Button o cualquier otro salvo Lewis Hamilton. Si algo puede reprochársele es no haber elegido bien el equipo, quizá sobrestimando su capacidad para enderezar el rumbo de las mismas. Por lo demás ha sido el corredor perfecto, el pionero, el Santana de este deporte. Un grande entre los grandes que, además, seguirá siéndolo en las competiciones en las que va a participar. Y sin descartar que algún día, si le proporcionan un coche competitivo, vuelva.
En Asturias estaremos orgullosos siempre de que Alonso tenga aquí su museo y su circuito y haya llevado el nombre de la región a todas las esquinas del mundo. Con Alonso, siempre.
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