2.121 hombres y 961 mujeres decidirán mañana quien ocupará la presidencia del Partido Popular. Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado han llegado hasta el final (como ha repetido él como un mantra) y ahora toca el turno de que hablen los compromisarios. Estos tienen una difícil papeleta: por un lado, pueden apoyar a la ganadora de la votación abierta a la (escasa) militancia que fue a las urnas hace dos semanas o, si no, dar su sufragio a Casado, que parece tener más simpatía con los rivales que dejó fuera de la carrera (especialmente a Cospedal), lo que haciendo la ‘cuenta de la vieja’ da a entender que tiene más posibilidades que su contrincante para convertirse en el líder del PP.
Creo que para el Partido Popular este proceso ha sido todo un paso de gigante aunque, a la vez, he decir que el sistema electoral se queda muy corto con lo que exige la regeneración democrática. A mi juicio deberían seguir perfeccionando el papel del militante, empezando por contabilizar los que de verdad tienen (me refiero a los que están al día de pagos de cuotas) y posibilitando que en esa doble vuelta también tengan derecho a votar. Pero como dice Casado, las reglas que se dieron son las que son y serán 3.082 compromisarios (que no son militantes de base precisamente, sino en su mayoría cargos orgánicos e institucionales) los que decidirán quién liderará el partido.
Les ha faltado un debate, a ser posible no encorsetado, y haberse tomado con más tranquilidad la sucesión de Rajoy, aunque comprendo que a menos de un año de los próximos comicios no hay tiempo que perder. Lo más polémico han sido los vídeos que han circulado, de los que nadie asume la auditoria. Las calificaciones académicas de Casado parece que han quedado ocultas a la espera de que pueda ganar. Creo que en caso de haber informaciones nuevas aparecerán el mismo lunes.
La cuestión está en si de este congreso saldrá la renovación de un partido que se necesita limpiar de corrupción o si seguirán sin hacer los cambios que precisan. No tengo mucha esperanza en un nuevo PP. Ni con Soraya ni con Casado llega un dirigente que pueda decir que rompe con el pasado. Además, ideológicamente se han pronunciado hasta desde Hazte Oír, con claros mensajes en la publicidad de quién es su candidato y, desde mi óptica, da pena ver que lo joven no siempre conlleva lo contemporáneo, lo actual, lo nuevo. La suerte está echada.
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