«Que peligroso es que ande este hombre suelto! Y, sin embargo, no conviene que le apliquemos todo el rigor de la ley. Es muy querido de la multitud fanática, que no opina con su juicio, sino con sus ojos»
Hamlet
En el día a día de las instituciones hay momentos en los que la palabra protocolo toma protagonismo. En la culminación de un cambio de Gobierno por la primera moción de censura que triunfa en nuestro país, era inevitable que el protocolo subiese a la palestra.
Da la sensación, eso sí, que el protocolo es como Santa Bárbara, sólo nos acordamos de él cuando truena, y eso no viene más que del error de vincular su uso con la excepcionalidad. Y nada más lejos de la realidad, quizá le vaya a quitar «glamour» a la profesión, pero ya que estamos en días en que el tema de debate que gana por goleada es la democratización de las instituciones ¿por qué no llevar la democratización del protocolo de la mano?
Y es que esta disciplina no se trata, en absoluto, de densas, numerosas y complicadas normativas legales de aplicación en momentos trascendentes. De lo que se trata es, ni más ni menos, de la aplicación de una serie de técnicas comunicativas de interpelación a la sociedad en general.
Porque sí, podríamos asociarlo con rigidez, con tradición, con rituales que al común de la sociedad impresionan por lejanía… Pero esto sólo es así porque hasta el momento había venido funcionando este método con la relación que las instituciones mantenían con la ciudadanía. Quizá desde que se conforma un parlamento que ya no tiene dos colores mayoritarios, no debería haber funcionado, pero qué difícil es medir lo que no se puede debatir.
Y si algo tiene de excepcional el protocolo, no es ningún tipo de rigidez ceremonial, si no que es un mecanismo que sirve para conseguir reconocimientos ideológicos del poder, sin salir a la tribuna del debate.
El ya Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell, definió su toma de posesión como un «momento litúrgico», donde «la democracia se escenifica y toma cuerpo».
Cuando hablamos de liturgias en democracia no existe ninguna disposición de una Santa Sede que determine la forma de organizarlas, quiénes serán sus protagonistas, qué importancia tendrán los actores en la ceremonia, qué símbolos se usarán, ni qué mensajes se transmiten mediante la organización. Esto es el papel que juega el protocolo, históricamente en todas las tendencias y todos los sistemas y tiene un solo objetivo: legitimar las bases de poder en cada modelo de Estado.
Con una organización de la puesta en escena de las instituciones que responde a una estrategia de poder, hay varios aspectos del funcionamiento institucional de estos días que nos pueden merecer una observación:
La fotografía que pudo haber sido y no fue
Por seguir un orden cronológico paralelo a los acontecimientos políticos nos vamos un poco más atrás de las tomas de posesión, para fijarnos en una decisión referente al protocolo tomada por la mesa del Parlamento. Se ha eliminado la posibilidad de que en el hemiciclo estuviese representada la totalidad del poder legislativo en nuestro país, negando la presencia de Senadores (también de europarlamentarios) a la sesión de votación de la moción, más allá de la tribuna de invitados.
La presencia de estos representantes de las instituciones en el hemiciclo es una práctica habitual, cuando los mismos están interesados en asistir a las sesiones del Congreso. Para ello se colocan sillones, o sillas adicionales, en función del número de asistentes, que pueden con normalidad institucional tomar asiento junto a sus grupos parlamentarios. El caso extremo es la sesión de apertura de cada legislatura donde ambas Cámaras sesionan de manera conjunta, sustituyendo los sillones habituales por sillas que permiten (es un criterio de dimensiones) que los 616 representantes tengan cabida.
¿Rigidez protocolaria o mensaje a transmitir? Esta nota únicamente tiene importancia en la medida en que va vinculada con un discurso posterior de restar legitimidad al resultado de esa votación. Quien ostenta el poder en la Cámara desde luego lo hace desde el conocimiento del poder de una fotografía. Y qué distinta habría sido si en lugar 180 representantes en un lado, se hubiesen sumado 110 más. Esta debió de ser la valoración a la hora de salirse de la normalidad del protocolo.
Una toma de posesión cargada de simbolismo
En protocolo, la utilización de imágenes o símbolos, no es más que una plasmación de conceptos. El hecho de que hasta el momento todos los Presidentes del Gobierno hubiesen comprometido su labor al frente del ejecutivo frente a símbolos religiosos transmite un concepto claro: independientemente de la fórmula elegida, hay un reconocimiento tácito a la influencia de una confesión religiosa en el devenir de las instituciones.
En 1978 se introduce en la Constitución la aconfesionalidad del Estado. Han tenido que pasar 40 años para verla plasmada en la conformación del Poder ejecutivo.
Los mismos 40 años de retraso en simbolizar la condición de ciudadanía y no de súbditos que corresponde a la sociedad española. Porque es la primera vez en democracia que un Presidente del Gobierno no hace reverencia ante el Jefe del Estado en esta ceremonia. Un saludo discreto, correspondiente con el respeto institucional, y no con una condición de sumisión, ha introducido una novedad que merece la pena resaltar para la reflexión de qué mensaje se transmite con determinadas prácticas ceremoniales.
La etiqueta, es otro de los mecanismos recurrentes del protocolo para transmitir mensajes relacionados con el poder. No vamos a hacer una evolución histórica, pero seguramente su punto álgido de simbolismo lo alcance con los ceremoniales monárquicos del absolutismo. En este caso hay un mensaje que podemos leer en su uso, la corbata verde del Rey Felipe VI y el atuendo, también verde de Ana Pastor.
En los últimos tiempos el Rey Felipe ha usado este color en sus apariciones públicas en los momentos de máxima ebullición de la opinión pública. Lo hemos visto coincidiendo con Rajoy en la elección de tono de corbata en la última entrega de los Premios Princesa de Asturias, ceremonia que se cargó de mensajes dirigidos a Cataluña; o en la penúltima final de la Copa del Rey en la que tocaba compartir palco con Carles Puigdemont.
¿Y qué importancia tiene el verde? Pues para evitarnos una exhaustiva contextualización histórica, exactamente la misma importancia que hoy tienen los lazos amarillos, o las camisetas del mismo color en una final futbolística. Durante la II República los partidarios del Monarca hacían uso en sus apariciones públicas de corbatas, pañuelos u otras prendas verdes, que simbolizaba en su acrónimo Viva El Rey De España (V.E.R.D.E).
¿Casualidad que la Presidenta del Congreso de los Diputados y el Rey compartiesen color? Quizá el Presidente Sánchez advirtió a la vez de que prescindiría de símbolos religiosos y de reverencia… ¿Un símbolo contesta a otro símbolo?
Un último apunte, la parte reglada de la ceremonia prevé que a la toma de posesión del Presidente del ejecutivo asistirán los representantes de los restantes Poderes del Estado, entre ellos sólo una mujer…
Consejo de Ministras y Ministros. Composición, ordenación y símbolos que normalizan la igualdad de las mujeres
Otro elemento de nombramientos, ordenaciones y composiciones en el que parece que nos tomamos tiempo, es el debate sobre como relacionar la posibilidad de que las mujeres se incorporen en igualdad real a las instituciones y los nombres de las propias instituciones.
82 años ya dándole vueltas al tema. Desde que el 5 de noviembre de 1936 se nombrase la primera Ministra de España a Federica Montseny, quien ocupó la cartera de Sanidad escasamente medio año, y que debió traer consigo serias dudas, visto que su cargo fue el de Ministro y no Ministra
La pregunta es si esa vieja duda vuelve a asaltarnos, porque por primera vez estamos ante un Gobierno que en su composición es mayoritariamente femenino. Pero no sólo eso, ya hemos tenido experiencias en paridad, si no que la ordenación que marca el protocolo de ordenación de cargos hace que las mujeres por primera vez estén en los puestos más cercanos al poder.
Porque la paridad, de no ser así, puede reflejar en la fotografía de la toma de posesión del Presidente, instituciones que cumplen cuotas, pero en las que, en la realidad, las mujeres están muy alejadas de su máxima representación.
La ordenación del Gobierno vendrá dada a partir de ahora por el RD de nombramiento de la Vicepresidenta y por el RD de nombramiento de Ministros. Por primera vez, lo que sucede también es que dentro de este orden las mujeres se sitúan en responsabilidades y Ministerios de peso, mayoritariamente, situados en los primeros puestos de ordenación del nuevo Gobierno.
Algunos de estos puestos clave: la Vicepresidencia del Gobierno, los Ministerios de Justicia, Defensa, Hacienda, Economía… la portavoz del Gobierno asimismo es una de las Ministras.
En el lado contrario, en el del último puesto en la ordenación del Gobierno, es interesante que nos fijemos que en aquellos Gobiernos con presencia de Ministras era común que la última ordenación correspondiese a una de ellas: Cultura en el Gabinete de Calvo Sotelo, Asuntos Sociales en el de Felipe González, Medio Ambiente en el de José María Aznar, Igualad en el Gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, Sanidad en el de Mariano Rajoy…
En esto también rompe la tradición de género el nuevo Gabinete, no sólo con la ordenación de los primeros puestos de Gabinete, sino con la del último, siendo en este caso la cartera ocupada por un Ministro: el de Ciencia, Innovación y Universidades.
Con todo esto, el R.D de nombramiento del Gabinete sigue llevando por título nombramiento de Ministros, el guión del acto de promesa del cargo recogía la fórmula «guardar el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros», y la RAE ya se ha encargado de dar validez al masculino plural. Pero la Vicepresidenta, segunda en prometer el cargo, introduce la fórmula «Consejo de Ministras y Ministros» para después ser la fórmula utilizada por la mayoría del Gabinete.
¿Ha roto el protocolo? Nadie hasta aquí lo ha hecho, todos los agentes que han tenido que tomar decisiones en torno al protocolo en todo este proceso de cambio de Gobierno lo han hecho dentro de los instrumentos que les brinda. Eso sí, lo han hecho conscientes de que los juicios los sentencian en una parte muy importante los ojos y los símbolos.
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