La casualidad ha querido que en el mismo día hayan coincido dos formas de poner el punto y final a una etapa en un cargo. Rajoy se va a la fuerza. Lo echan cuando él se atrincheraba en la Moncloa. Quiso quedarse y ganar, pero tendrá que irse y perder. Mientras tanto, también ayer, por sorpresa, se produjo la noticia de la marcha de Zidane del Real Madrid. El francés abandona el club para que el equipo siga ganando. Al revés que Rajoy, que ha arrastrado y está arrastrando a su partido en un proceso de descomposición grave, cierra su etapa en el banquillo en pleno éxito y renunciando a lo máximo a lo que se puede aspirar hoy en día en su profesión.
El líder de los populares ha ligado el estado de salud del PP al suyo propio. Zidane, en cambio, ha tenido altura de miras y generosidad. Rajoy ha sido egoísta y va a dejar una herencia lamentable a quien le suceda. Dentro de un clima irrespirable, en el medio de una espiral autodestructiva del PP, no ha querido nunca dar un paso a un lado para proteger a la organización. Zidane, en cambio, ha renunciado a muchos millones y a la tentación de seguir montando un caballo ganador porque cree que con él al frente se avecina el declive.
Rajoy, que siempre fue un maestro en la administración de los tiempos, ha fallado. Pero si uno no sabe salir, otro no sabe llegar. Sánchez aterriza con el peaje de los votos de aquellos que quieren trocear España. Una presidencia sostenida por semejantes pilares es absolutamente inviable.
Pero al margen de su marcha, aquí caben varias reflexiones. Especialmente una: la desaparición de la ética. ¿Dónde ha estado la ética política de Mariano Rajoy? Da igual que él no se haya lucrado personalmente de la corrupción que penetró su partido durante años. Da igual que todo fueran cosas del pasado. Nunca aplicó la tolerancia cero con los suyos, nunca mostró una fuerte voluntad de echar a todos los mangantes que se colaron en las filas de su organización.
¿Dónde está la ética de Pedro Sánchez? Lo mismo cuestiona unos presupuestos deplorables según su propia opinión que los aprueba si él es el presidente. Lo mismo apoya el 155, que se dirige a Tardá desde la tribuna como un gatito temeroso y aguanta sus reproches por si no le apoyan los independentistas. ¿Dónde está la ética del PNV? Cuando los vascos apoyaron los presupuestos de Rajoy, el PP ya estaba manchado de corrupción. Que no llamen sentido de la responsabilidad a lo que es subastarse al mejor postor. ¿Dónde está la ética de Pablo Iglesias?, a quien se le cae la palabra fascista a la mínima.
Por si había alguna duda, ayer se certificó la muerte de la ética. Y se confirmó que estamos en manos de una cuadrilla de forajidos de la política.
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