Se está poniendo de moda y cada vez son más abundantes las noticias sobre empresas de avistamiento, turismo de naturaleza, propuestas de regulación, el valor de los osos, miradores, etc. Y muy especialmente en la zona del Parque Natural de Somiedo.
En los comienzos del turismo rural, para promocionar los alojamientos, se usaba como reclamo el país de los osos, las brañas con sus cabanas de teito, y la belleza de los lagos. La asociación de turismo rural del Parque Natural de Somiedo trabajaba por un turismo sostenible de verdad y para dar a conocer el tanto el paisanaje como el paisaje rural de Somiedo.
Se tenía en cuenta que sin el mundo rural el turismo sería cualquier cosa menos «rural». Los empresarios del turismo rural decían que el oso siempre fue un atractivo para el turista, pero nadie venía preguntando dónde ver el oso. Era extraño que alguien llegara hace años con esa idea, pues la publicidad siempre era respetuosa con el oso. Se visitaba la «tierra del oso», pero este estaba en zonas donde los turistas no pueden acceder para no molestarle. Y los visitantes estaban encantados de poder estar en Somiedo donde aún quedaban osos.
Los mejores valores del turismo rural eran (y siguen siendo) la no masificación, la compatibilidad con el entorno, la familiaridad con el cliente, las largas estancias, la desestacionalización porque el cliente quería conocer Somiedo en todas las estaciones. Era un turismo rural, fiel, de calidad y sostenible.
Pero hace unos años hubo quien tuvo la brillante idea de que era necesario «poner al oso a producir». En algún momento se cambió el eslogan publicitario, se pasó de vender «ven al país del oso» por «ven a ver osos». Eso significa pasar del turismo rural a un turismo de paso, de miradores llenos y alojamientos vacíos. Sin entrar a valorar el daño que se causa a la fauna y flora con esta clase de turismo (que acabará habiéndolo más pronto que tarde), esto supone un grave retroceso, cambiando el turismo de calidad por la actividad de espectáculo de masas.
Estamos seguros de que es necesario revisar el enfoque del turismo de naturaleza y del turismo rural. Cuando se habla del reclamo del oso (o del lobo, o del urogallo, o de cualquier otra especie) no se puede pensar en unas pocas empresas que quieren explotar ese negocio de observación y dejar en el olvido el verdadero turismo rural, el que es realmente un motor económico de muchos de nuestros pueblos.
Las carreras de montaña y el turismo de observación no puede ser el futuro de las zonas rurales, porque estas perderían los valores que les hacen atractivas para el verdadero turismo de calidad, respetuoso con su forma de vida y con todo su entorno. Las grandes masas de gente de estas nuevas actividades causas serios problemas de diversa índole en los pueblos y alejan al turista que busca la esencia del mundo rural, que no quiere «circos».
El turismo rural, el que acude a Somiedo o a otras zonas rurales, no quiere esa masificación, no quiere altavoces e hinchables, no quiere los caminos y los pueblos llenos de gente. Todo eso se encuentra en muchas ciudades turísticas, pero no es lo que se busca en una zona rural y mucho menos en un parque natural de montaña. El turismo rural puede sostener los pueblos, las cabanas, los ganaderos, la etnografía; pero si convertimos la naturaleza directamente en negocio, los parques dejan de ser naturales y se convierten en temáticos; porque los miradores están llenos de prismáticos pero los pueblos se quedan vacíos de vida propia.
No podemos caer en el error, llenar un día y tener vacío la semana no es rentable, no es ético y no tiene futuro. Pan para hoy y hambre para mañana. Es necesario mantener otro turismo, otra forma de trabajar, otro respeto a la naturaleza y a las propias personas.
No todo vale, no todo es compatible, no todo se puede. Llenar los miradores de prismáticos, voces, gritos y risas no es respetar el oso.
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