Argentina, todo incógnitas

Venancio Salcines
Venancio Salcines VICEPRESIDENTE DEL CLUB FINANCIERO ATLÁNTICO

OPINIÓN

11 may 2018 . Actualizado a las 07:31 h.

Hay ideologías, e ideologías, y después está el populismo. Una seudo religión que vive de glorificar al líder a través de la buena fe de ciudadanos sin esperanza. Dime qué deseas y te diré qué te prometo; y si no cumplo, es porque alguien me lo impide. La formula es sencilla, tanto que la han adoptado con exceso los políticos argentinos. Los últimos en rentabilizarla fueron Cristina Fernández y su equipo. De esas aguas, vienen estos lodos. Da igual que Argentina sea un país majestuoso y culto; o que tenga, con una población muy similar a la de España, cinco veces más territorio. Da igual tanta grandeza si no entienden que tienen que ser un espacio amable para la inversión nacional y extranjera. Y este el primero de sus problemas, que se manifiesta en que su PIB es la mitad del español. El segundo es el grado de corrupción, sustancialmente superior al español, y eso que el nuestro no es una broma. Y el tercero, su reducido grado de competitividad nacional, que lo lleva a estar habitualmente entre los cien peores países del mundo.

Este es el tronco del problema, y de ahí salen las ramas, y sus frutos son los que ven estos días en la prensa. Lo más evidente es su inflación, el 25 % anual, directamente conectada con una estructura productiva incapaz de atender la demanda nacional. Y aunque es una queja nacional que deben importar en exceso, lo cierto es que apenas adquieren en el extranjero el 11 % de su PIB, mientras que nosotros compramos, en términos relativos, más del doble, el 27 %. Además, el haber estado aislados de los mercados financieros internacionales se ha traducido en que no es una nación excesivamente endeudada (el 53 % del PIB, frente al 98 % de nuestra economía). Entonces, ¿qué ocurre? Que no confían en ellos mismos, y eso se refleja en el poco apego que tienen a su moneda. Lo bueno, que no han caído en el populismo bolivariano al que los quería conducir Cristina Fernández, pero lo que no han dejado atrás son los efectos colaterales más negativos de su mandato.

El Fondo Monetario actual aparenta tener algo más de humanidad, manifiesta tener más holgura y no tiene tatuado en la frente las políticas ultraliberales de los ortodoxos estadounidenses, así que hay esperanza para el diálogo de Lagarde con Macri. Dicho esto, es bueno recordar que el Fondo también cobra en especies, si acepta tipos bajos es porque desea ver reformas. Ahora bien, la pregunta del millón, es ¿cuáles son? Y este debate aún no ha llegado a las calles de Buenos Aires, pero no lo duden, llegará. Y posiblemente, cuando lo haga, los mismos que han destrozado durante la última década su economía, comenzarán una etapa de acoso y derribo del Gobierno actual. Este acoso, de cuajar entre la población, los llevará a una crisis política. Es decir, más problemas, más crisis.