Tiene razón la secretaria de Estado de Comunicación. Muy fina no quedó con su reacción ante los abucheos de un grupo de pensionistas al presidente del Gobierno, el pasado sábado en Alicante.
Ni sigue quedando, con su protocolaria petición de disculpas a quienes hayan podido sentirse ofendidos por sus confesadas ganas de hacerles un corte de mangas de testicular -¿machista?- consistencia.
Parece que lo único que le preocupa es que su comentario trascendiera, no su opinión sobre la actitud de quienes osan mostrarse desagradecidos ante la generosidad de un Gobierno que, después de hartarse de decir que no había dinero para subir sus pensiones, se decidiese milagrosamente a buscarlo bajo las piedras cuando se convirtió en condición para sacar adelante los Presupuestos y, con ellos, la legislatura.
Pues no. No siguen quedando finos. No aprenden la lección, por mucho que, encuesta tras encuesta, el CIS se empeñe en avisarles de que aumenta el número de ciudadanos hartos de Gürteles -anteayer, por fin, la primera sentencia firme-, obras pagadas en negro -presuntamente, al menos por ahora-, másteres regalados o concedidos en condiciones de outlet, despliegues de prepotencia, apoyos inquebrantables a los que van a caer hasta que caen y son olvidados...
Les queda cada vez menos tiempo para aprender y rectificar, antes de que los votantes se decidan a aplicarles los expresivos deseos que Andrea Fabra dedicaba en el 2012 a los parados y la secretaria de Estado, el pasado sábado a los pensionistas. Que se...
No lo repetiremos, porque muy fino no queda.
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