Pasa de los treinta años. Cuando acabó su carrera superior, como no había perspectivas de empleo y la universidad le gustaba, siguió estudiando. Completó el doctorado y logró una alta calificación para la tesis a la que dedicó años de trabajo compatibilizados con becas de investigación.Y ahí sigue, combinando contratos temporales como becario con etapas de paro. Su carrera era de las que, aparentemente, tenía muchas salidas. Pero no aparecen. Si todo sigue igual, hará la maleta, como tantos compañeros, suyos, para buscar en el Reino Unido, en Alemania o en Dinamarca lo que aquí no encuentra.
Es probable que sea uno de los cerca de 300.000 firmantes de la carta que, a través de una conocida plataforma de Internet, pide al Gobierno atención a la ciencia y denuncia, no solo los recortes de los últimos años, sino el retraso en la puesta en marcha del nuevo plan de I+D+i 2017-2020, y la consiguiente incertidumbre sobre los recursos disponibles.
Es uno de los que, por decirlo eufemísticamente, no se muestra precisamente de acuerdo con las recientes afirmaciones sobre la buena salud de la ciencia en España.
Es uno de los científicos sin salida que tira de estadísticas, para subrayar que en 2016 España invirtió en I+D un 9,1 % menos que en el 2009, mientras la media de la UE arroja un aumento del 27 %. Recuerda que, según un informe de la Comisión Europea, España ha perdido 12.000 científicos desde el 2010, porque se han jubilado, se han marchado a otro país o, simplemente, han tirado la toalla y buscado trabajo al margen de la investigación, frecuentemente muy por debajo de su nivel.
Denuncia también que en el 2016 la inversión real en ciencia estaba un 25 % por debajo de la que había cuando el PP llegó al Gobierno, según datos de CC.OO.
Y no es solo problema de la inversión pública. El volumen de la inversión privada supera por poco la mitad de la media de la UE.
«Vamos por el buen camino y seguiremos haciendo una apuesta por la ciencia y la innovación en España», afirma Mariano Rajoy.
Si él lo dice...
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