¿Hasta donde creemos que una persona es consciente y culpable del delito? ¿Es posible tener dos versiones distintas y contrapuestas de uno mismo?
Según el doctor Mesmer, sí es posible. En la década de 1730 Mesmer realizó varios experimentos donde utilizaba la hipnosis con personas para determinar el patrón de comportamiento del individuo, cuyos resultados determinaron que había una notable diferencia del mismo dependiendo del estado. Una alteración de la conciencia nos haría actuar de manera distinta dependiendo ese estado, por tanto, podríamos alojar en nuestro interior un Jekyll y Hyde, un yo nuestro quiere hacer el bien y el otro nos incita al mal. ¿Estafador de masas y a la vez filántropo? Quizás, todos llevamos ese yin yang interior y diversos factores sociales sean los que intervengan en el interruptor que activa un lado u otro, dependiendo el momento y la circunstancia. Pero esto es un tema que deben abordar, y seguro que conocen a la perfección, nuestros colegas psicólogos, pues lo que realmente nos interesa es conocer si es posible la detección de ese alter ego en un procedimiento penal, cuando el encausado y/o su defensa no solicitan la intervención psicológica, con lo cual conlleva la entrada en prisión de un culpable-inocente y/o ese supuesto estado es más genérico y frecuente de lo que pensamos y se podrían establecer elementos de detección temprana y tratamiento, para así prevenir la posible tendencia del otro estado de conciencia hacia el delito.
De confirmarse este extremo, estaríamos sumergidos en una difícil dialéctica de reflexión sobre nuestro sistema penitenciario y de justicia restaurativa, pues la reinserción sin adecuado tratamiento y nula detección estaría introduciendo nuevamente a la sociedad tras acabar la condena, a nuestro yo del bien, pero también del mal.
Comentarios