La bestia oculta tras el uniforme

OPINIÓN

17 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

No es necesario ver un hombre cabra con cuernos y rabo para tener miedo, saber que se trata del diablo, y que sus intenciones son maléficas. Ahora la bestia se esconde detrás del uniforme, ha descubierto una forma social perfecta para poder ejercer el mal a sus anchas. Jueces, policías, curas, políticos… detrás de todos estos uniformes nos olvidamos de una cosa esencial, hay una persona, y esa persona puede contener a la bestia. No es nada descabellado, podemos remontarnos a los acontecimientos recientes, la manada, detrás de esta barbarie se encuentra un Guarida Civil y un militar, enjuiciados recientemente por violación, y a la espera de otro litigio en la misma línea. Hace tan solo un mes un Policía Nacional era detenido en una macrooperación antidroga en Alhendín y enviado a prisión por la presunta implicación en una red dedicada al cultivo, elaboración y venta de marihuana en grandes cantidades. Otros funcionarios del CNP, la mayoría pertenecientes a la División Económica y Técnica, fueron detenidos por su presunta implicación en una trama de corrupción policial que llevaba activa más de 15 años denominada Operación Grapa. Un policía nacional destinado en Estepona detenido en el transcurso de una operación antidroga culminando con la localización de un importante alijo de cocaína en el puerto de Algeciras. Otro miembro de la Policía Nacional detenido en el marco de una operación contra el tráfico de cocaína en Catalunya. Detenido nuevamente un ex oficial de la Policía Local de Alcalá de Guadaíra que fue condenado por maltratar a su mujer…. Todo esto ocurrido entre los meses de septiembre y noviembre de este año, sin duda alguna, una cifra alarmante para aquellos que deben velar por nuestra seguridad. En febrero de este año el juez decano de Talavera de la Reina, fue detenido por orden de la juez que le sustituye en el Juzgado de Instrucción y Primera Instancia número 2 de esa localidad toledana. Todo esto parece sacado de una novela de ficción, pero no, es la cruda realidad. El uniforme no es sinónimo de honestidad y deber; detrás de ese uniforme, sea cual sea su función pública, siempre hay una persona. El ponerse un uniforme policial, una toga, un traje y corbata.., no transforma al ser, la condición humana no la oculta una prenda de textil, ni una posición de autoridad y/o poder.  La persona que hay detrás sigue teniendo las mismas intenciones, solo que las disfraza tras una apariencia de su estatus social y que utiliza valiéndose de esta para cumplir sus objetivos. En realidad, nos encontramos con un peligro mayor, ya que estos delincuentes son muy difíciles de detectar, al igual que describe Mario Puzzo en su famoso libro El padrino, los delincuentes se percatan y descubren una fórmula más hábil y sibilina de delinquir, ejercida desde los oficios que te brindan las instituciones.   

Por eso no debemos confundir jamás la institución, ya sea la judicial, policial…con el individuo que forma parte de ella. La institución nace con objetivos reales de deber y justicia, pero es el individuo quien las aprovecha para ocultar la bestia que lleva dentro y utilizar ese estatus para delinquir.

Lo cierto, es que cada vez más las cifras indican que dentro de todas estas instituciones y estatus sociales hay más delincuentes, por tanto, se debería ser más vigilante con el individuo que forma parte de ellas. En mi opinión, un seguimiento y un conjunto de controles y normas durante el desarrollo de su profesión ayudarían a poder detectar a tiempo a estos delincuentes y así evitaríamos la detección tardía de esas bestias, pues seguramente ya habrían dejado bastantes víctimas a su paso antes de ser descubiertos. También contribuiríamos con aquel individuo que hace honor a su profesión en su estatus social, contribuyendo positivamente a la sociedad con su deber como individuo y profesional, y no viendo mancillado el nombre de la institución que con orgullo representa por culpa de esas bestias de la sociedad y grandes delincuentes.