Estas fiestas, para pagar a los pensionistas volvió a ser necesario retirar tres mil seiscientos millones de la hucha, con lo que restan apenas ocho mil. Tal cosa no sería grave si estuviésemos en recesión y destruyendo empleo, pero sí cuando estamos creciendo y creando empleo. No solo la Seguridad Social anota esa preocupante falta de acoplamiento con la recuperación económica, sino que -a día de hoy- para una cuarta parte de los jóvenes españoles presuntamente emancipados más de la mitad de sus ingresos dependen de su entorno familiar. Casi el doble de hace diez años. Sobra decir que buena parte de los ingresos transferidos a ellos por sus familias dependen de aquellas pensiones. Pensiones que el año 2018 perderán mil quinientos millones de poder adquisitivo, lo que dificultará aquellas transferencias. Pero las compañías eléctricas, investigadas por la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia por manipular a comienzos de año el mercado para encarecer la factura de la luz, agravan esa perdida. Una factura que se volvió a disparar este diciembre. Y así, poco a poco, las dos huchas se acabarán vaciando: la de la Seguridad Social y la familiar. Ante esto la OCDE apuesta por retrasar aún más la edad de jubilación (algo que no ayudará a incorporar jóvenes a empleos dignos) y, al mismo tiempo, lamenta que la precariedad laboral afecte negativamente a las cotizaciones. Todo un ejemplo del bloqueo mental de nuestros dirigentes. Aunque los problemas financieros en 2018 no serán solo con la hucha de las pensiones.
Pues como quiera que el BCE irá comprando menos deuda progresivamente, repuntará la factura por el pago de intereses. Una factura que ya ahora se come unos treinta mil millones al año. Para paliar estos agujeros lo cierto es que en vez de acercarnos a la presión fiscal media de la UE, los datos del último año indican que nos estamos alejando. Una brecha que daría para unos setenta mil millones más de ingresos. Claro que a estas alegrías fiscales se suman otras. Como la oferta de doscientos setenta mil billetes de AVE a 25 euros, en un servicio en el que los no usuarios cargamos con la amortización de la infraestructura. Lo mismo que sucede en todas las autopistas con peajes en la sombra. Otra alegría: el compromiso con la OTAN de incrementar nuestros gastos militares hasta 2024 en un ochenta por ciento. Y no digamos la alegría del pago acelerado (según el Tribunal Constitucional y en apenas un mes) de una indemnización de mil trescientos millones a una empresa de Florentino Pérez.
Mientras este cobra del Estado, un empleado suyo (Cristiano Ronaldo) con una deuda fiscal de casi quince millones de euros, no se pone nervioso porque le informen que hay gente en prisión por no pagar ciento cincuenta mil euros (¡cien veces menos¡), como señaló en un juzgado de Madrid la jefa de Delito Fiscal. ¡Alegría!, a cuatro millones de seguidores les gusta el cachondeo del señor Cristiano para pagar y el del señor Florentino para cobrar. En 2018 seguirá el cachondeo.
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