Han estado cerca de destrozar Cataluña (la han dejado bastante maltrecha), pero han vuelto a lograr la victoria en escaños y pueden rematar la faena. Los soberanistas, si se entienden entre ellos, seguirán gobernando la comunidad catalana. Este es el escenario, donde la cobarde escapada de Puigdemont le ha dado mayor rédito político que el sacrificio carcelario de Junqueras. Y donde el 47,5 por ciento de la población avalará a un Ejecutivo que si vuelve a las andadas gobernará contra casi el 51 por ciento.
Son menos, pero las elecciones son así y podrán seguir gobernando legítimamente siempre que lo hagan dentro de la ley. Han sido muchos años construyendo un Estado al margen de España y dedicando todos los recursos a la independencia. Contando con la ayuda de medios de comunicación, que como el grupo Godó, han jugado un papel desleal con España y han contribuido decisivamente a perfilar un tipo de sociedad sectaria en la que lo español no tenía cabida. Han sido muchos años de gobiernos mirando hacia otro lado, permitiendo infamia tras infamia hasta que la bomba explotó. No será fácil volver a la normalidad.
Y en unas elecciones en las que la mayoría han perdido, Arrimadas y Puigdemont emergen como los grandes triunfadores. El independentismo ha ganado en escaños, pero ha perdido dos con respecto a las anteriores elecciones. La CUP se ha estrellado y ha convertido sus diez escaños del 2015 en apenas 4. El PP ha sido prácticamente barrido de Cataluña. Las huestes de Colau se han dejado casi cincuenta mil votos por el camino. Iceta se ha quedado casi como estaba cuando soñaba con ser el presidente transversal. Y ERC, que no quiso saber nada de una candidatura conjunta, ha perdido la opción de liderar la próxima Generalitat. Todos tienen motivos para llorar por las esquinas.
En cambio, Puigdemont compareció ayer como un mesías a la catalana que se permitió una vez más insultar a todos los españoles con un discurso arrogante y provocador. No solo no ha aprendido nada de lo que está haciendo a su pueblo, sino que parece dispuesto a aumentar el frentismo, tanto con España como con Europa.
La otra ganadora ha sido Inés Arrimadas. Más de un millón de votos han convertido a Ciudadanos en el primer partido no nacionalista que gana unas elecciones en Cataluña. La imposibilidad de gobernar llena de amargura su victoria, pero seguro que Albert Rivera se frota las manos ante la puerta que se le ha abierto en España. El PP será más duro de roer fuera del territorio catalán, pero la formación naranja ya está preparada para ser algo más que el bastón en el que se apoya Rajoy para gobernar. Arrimadas gana en Cataluña, y Rivera se prepara para iniciar la conquista de España.
Y mientras, en Cataluña, vayamos preparándonos para tiempos de matraca.
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