En la primera cumbre entre los presidentes de Asturias y Galicia, en 1988, Pedro de Silva y Fernando González Laxe, mandaron, desde Taramundi, un documento reivindicativo a La Moncloa en el que, entre otras peticiones, reclamaban la urgente mejora del ferrocarril de vía estrecha. Han pasado treinta años y la línea de FEVE sigue igual o peor porque se ha deteriorado aun más. Ayer, en Ribadeo, en un encuentro con mucha sintonía entre Alberto Núñez Feijoo y Javier Fernández el presidente gallego recordó que en esa línea se tardan 14 horas desde Ferrol a Bilbao. El mejor ejemplo del Noroeste olvidado, envejecido y remoto que todavía sigue sin conexión de trenes de alta velocidad con Madrid. Y entre sí ni hay enlace ni se le espera, pese a que Aznar prometió un línea alta velocidad transcantábrica después de desastre del Prestige en aquel pomposo plan Galicia hoy casi olvidado.
Ahora Galicia y Asturias se llevan bien porque padecen problemas parecidos y ven igual de distantes las soluciones. Y en este debate afloraron con naturalidad la cercanía y el consenso entre los dos presidentes que, por lo que parece, representan dos versiones muy próximas de sus partidos, muy centrados ambos. Lejos del resabio politiquero y de la defensa cerrada de posiciones sectarias, tan comunes en los políticos españoles, Fernández y Núñez Feijoo interpretan a la perfección su papel institucional.
Ni siquiera cuando a Javier Fernández se le brindó la oportunidad de remarcar la caprichosa petición de Foro para instalar vías de ancho europeo en la variante de Pajares -asumida por el PP para aprobar los presupuestos- dedicó una sola palabra a descalificar a sus rivales políticos. Simplemente explicó las consecuencias que eso tendrá para el transporte de mercancías. Porque en Galicia y en Asturias hay dos presidentes que tendrán sus problemas -y no pocos- en el día a día pero que hoy por hoy tienen una visión clara del futuro de sus comunidades a partir de las deficiencias de ambas. A saber: la demografía, las infraestructuras y una financiación autonómica que no corrige los desequilibrios. Y en esa tarea andan cogidos de la mano por encima de las diferencias ideológicas.
El Noroeste existe, tiene potencial -junto a Castilla y León y al norte de Portugal, también- pero sigue sintiéndose alejado y teme que se perpetre una injusticia con la nueva financiación autonómica. Por eso la proximidad y la concordancia de propuestas alivió a quienes escuchaban a los dos presidentes, destacados líderes empresariales y de opinión de ambas comunidades. Pero lo importante está por llegar y será cuando en la coctelera entren también valencianos, andaluces, murcianos y todos los demás. Entonces veremos si el Noroeste se mantiene firme o si las prioridades básicas ceden ante el criterio ideológico puro.
Encuentros como éste sirven para atisbar que hay políticos que ven más alla de su cuadrilla y del próximo compromiso electoral. Y que los acuerdos son posibles por encima de fronteras y de cálculos partidistas. Por el momento hay sintonía. Veremos si eso desemboca en que alguna vez la línea del tren de FEVE mejora de verdad.
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