La Vida Moderna es tener que ir a contrastar las noticias a El Mundo Today.
Efectivamente, más de una fue a El Mundo Today a ver si era suya la noticia que decía que el compañero de celda del Presidente de la Asamblea Nacional Catalana pidió que lo sacaran de allí porque no aguantaba la turra independenstista.
A quienes nos dedicamos al análisis informativo, al menos a mí, nos resulta útil, reparador incluso, contar con colegas que hacen lo propio saliéndose por la tangente al aplicar algo parecido a lo que Edward de Bono llamó «pensamiento lateral». Una perspectiva que, llevada a la comedia, nos acaba devolviendo mensajes mucho más cuerdos que algunos con los que nos desayunamos cada mañana.
Sirva, pues, mi primera frase de hoy como torpe tributo a los annalistas de la Commedia, de La Vida Moderna.
Volviendo al campo de batalla comunicacional, nos encontramos, por un lado, a «testostertulianos» que, ebrios de odio que ellos mismos destilan, acusan a Rajoy de ser un blando al no ilegalizar y encarcelar a diestro y, sobre todo, siniestro, en Cataluña y otros territorios contaminados por el virus de contestación al régimen de corrupción que nos gobierna. Por otro lado, otros, utilizando el tarro de las esencias libertarias como una bola de cristal, descalifican con suficiencia a quienes, desde la izquierda, aún coincidiendo en la ocasional pertinencia del conflicto social y la legitimidad de la insumisión frente a leyes injustas, creemos que no se pueden imponer ideas a quienes no las comparten, por vías no democráticas.
En realidad, cuando dicen esas cosas no están hablando a la gente, sino a su público; porque su objetivo no es la solución para la mayoría sino, tal vez, el reconocimiento en su ámbito de influencia. Desde luego, no están para que se les expliquen matices de comunicación política e institucional; sus diferentes propósitos y responsabilidades.
Estas exhibiciones de pundonor ideológico conllevan un efecto paradójico; lejos de atraer a las polillas a su iluminación, real o supuesta, provocan, haciendo una metáfora estadística, una «regresión a la media»: mucha gente acaba refugiándose en las “certezas” que inocula el discurso oficial, a pesar de los daños que ya ni siquiera se molesta en camuflar. Los daños colaterales de la sensatez mariana.
Con esto no quiero censurar que digan públicamente lo que piensan ?o lo que no piensan, pero quieren hacer saber?, por supuesto, pero sí señalo que, probablemente, por la oposición de sus apólogos nacionalistas, los polarizacionistas están contribuyendo a que la erdoganización del gobierno le parezca incluso razonable a una mayoría que bastante tiene con valorar la posibilidad de que las deudas no apliquen un 155 a la República independiente de sus casas.
También creo que no es premeditado; no en la mayoría de los casos. Casi todos creemos saber qué es lo mejor para casi todo y, desde nuestras respectivas atalayas, con mayor o menor insignificancia, prejuzgamos y postsentenciamos. Pontificamos en fin.
¿Y la próxima semana?
La próxima semana hablaremos del gobierno.
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