La senyera, olvidada por los que se arrogan el privilegio de otorgar carnés de catalanidad, volvió a ondear de forma masiva en las calles de Barcelona. Con los independentistas desarbolados y abocados sí o sí a entrar en campaña por Mariano Rajoy, una marea humana de cientos de miles de personas volvió a prestar atención especial a las palabras de Borrell, que realizó un discurso contundente en el que, como si fuera un candidato, atacó a Carles Puigdemont, a Junqueras («totalitario absoluto») y a Ada Colau («emperatriz de la ambigüedad»).
El exministro socialista lleva varios años rebatiendo de forma pública y privada las mentiras que sustentaban el procés, como el falaz «España nos roba». Él cree que el 21D «es una oportunidad de oro» para «echar al Govern nacionalista». Apelaba a la movilización. Y reabrió un debate sobre su figura.
Las escasas encuestas publicadas estos días sugieren que no habrá terremotos electorales en Cataluña, pero coinciden en predecir un retroceso independentista y una subida del PSC (ayer presente en la manifestación).
Con estos datos, en las redes numerosas voces plantearon una candidatura liderada por el expresidente de la Eurocámara, capaz de atraer votantes de un amplio espectro y de enganchar a los que se quedan en casa. La idea tiene lógica y fuerza, aunque no base real. Nadie se lo ha ofrecido públicamente. Y él negó hace días cualquier posibilidad.
Pero la política está hecha de giros, cambios inesperados y momentos. ¿Y si este fuera el suyo?
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