Estos días, llenos de actividades relacionadas con los Premios Princesa de Asturias, son especialmente estimulantes para la Fundación. Desde que en los pasados meses de mayo y junio se concedieron los galardones, hemos trabajado con toda nuestra energía e ilusión para que su obra y sus experiencias lleguen a toda la sociedad, incluidos los niños y los jóvenes, a través de las actividades de la Semana de los Premios. Nuestro objetivo es conseguir que los galardonados sirvan de ejemplo y modelo para todos y que podamos expresarles nuestra admiración, nuestro respeto y gratitud.
Gracias al excelente trabajo de los jurados, que desde estas líneas quiero destacar de forma especial, los ocho galardones han recaído en personalidades e instituciones en los que brilla una obra hecha de valores irrenunciables, de talento, inteligencia y compromiso. Así sucede con el artista sudafricano William Kentridge, Premio de las Artes, uno de los artistas más completos e innovadores del panorama internacional, a juicio del jurado, cuya obra plantea cuestiones esenciales de la condición humana y expresa emociones y metáforas relacionadas con la historia y la sociedad sudafricanas en diversos formatos como el papel, el collage, el grabado o la escultura, el videoarte o las películas animadas. Les Luthiers, Premio de Comunicación y Humanidades, son mundialmente conocidos y admirados por su música y por el tratamiento del lenguaje, el humor inteligente y por su fina crítica de la sociedad contemporánea; la Hispanic Society of America, Premio de Cooperación Internacional, ha sido galardonada por su promoción de la cultura y los valores de lo hispano desde su fundación, en 1904, gracias a la generosidad de Archer M. Huntington y a su amor por España; los All Blacks, la selección masculina de rugby de Nueva Zelanda, Premio de los Deportes, destacan en el panorama internacional por ser el equipo más premiado de la historia del rugby y por los valores que siempre brillan en su juego: deportividad, solidaridad e integración; la pensadora británica Karen Armstrong, Premio de Ciencias Sociales, tiene un muy merecido reconocimiento por sus estudios de religión comparada y trabaja para extender un mensaje de compasión, paz y diálogo entre culturas y religiones; el poeta y ensayista polaco Adam Zagajewski, Premio de las Letras, es un escritor en el que destaca el valor de su poesía y de sus reflexiones sobre la creación, así como la cuidada imagen lírica y el sentido ético de su obra. Nuestros premios se adentran en el campo de la física y la astronomía al premiar a los físicos Rainer Weiss, Kip S. Thorne y Barry C. Barish y a la Colaboración Científica LIGO, Premio de Investigación Científica y Técnica, por la detección de las ondas gravitacionales predichas por Einstein hace un siglo, y por un trabajo individual pero también por el de más de mil investigadores de más de un centenar de instituciones de 18 países; y, por último, el Premio de la Concordia otorgado a la Unión Europea, en el sexagésimo aniversario de la firma del Tratado de Roma, reconoce cómo ha logrado el más largo período de paz de la Europa moderna, implantando y difundiendo valores como la libertad, los derechos humanos y la solidaridad.
Nuestros premios nacieron, además, y es un sentimiento que anida en ellos desde su origen, por un amor profundo a Asturias y a España, como ha afirmado S. M. el Rey: «Nacieron con el deseo de que el alma de esta tierra -su lealtad, su coraje y su nobleza- fuese un referente para todos. Nacieron con la voluntad de afirmar una España que, como dijo Unamuno, tiene que ser de brazos abiertos, en la que nadie pueda sentirse solo en el dolor o la adversidad; una España alejada del pesimismo, del desencanto o del desaliento, fiel a su irrenunciable afán de vivir y orgullosa de lo que somos, de lo que juntos hemos conseguido, que ha sido mucho y admirable; y seguros de nosotros mismos, porque un pueblo que quiera, respete y ampare la cultura nunca le temerá a su futuro».
Con ese mismo sentimiento nació el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias, que ha recaído en Poreñu, en Villaviciosa. Un año más, la visita de Sus Majestades los Reyes a esta localidad para hacer entrega del Premio y el entusiasmo y la emoción de los vecinos cerrarán unas jornadas llenas de emoción, de momentos inolvidables, de agradecimiento y de alegría.
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