Cuando se produjo la votación del brexit evalué si había correspondencia o no entre la situación del desarrollo social de las regiones inglesas, su nivel de riqueza y el sentido de su voto. Con el título El Brexit como defensa del estado de bienestar (así puede localizarse con un buscador de Internet) publiqué un artículo en el que mostraba cómo las regiones inglesas que más habían apoyado salir de la Unión Europea eran aquellas que más mejoraban, dentro del Reino Unido, su bienestar social en relación al nivel de su riqueza. Me basaba en un indicador sintético de hasta doce variables relativas a la salud, la educación, el empleo y el bienestar social para casi trescientas regiones de la UE. Y, al revés, las regiones inglesas que más apoyaban no salir de la UE eran las que siendo más ricas (como Londres o Escocia) perdían posiciones en bienestar social respecto a la que tenían en riqueza. Las menos ricas percibían como un peligro creciente para su bienestar social el que el Reino Unido cediese parte de recursos, de los que ahora se benefician, a otras regiones más pobres de la UE. Y votaron en consecuencia. Escocia es un buen ejemplo. No gana, sino que pierde 25 posiciones (de la 126 a la 151) de medir riqueza regional a bienestar social. En Escocia no es mayoritaria la percepción de ver una amenaza en la UE; pero sí muy numerosa la que querría corregir esto saliendo del Reino Unido. Acaban de publicarse como artículo (con Patricio Sánchez) estos cálculos en el último número de la Revista de Economía Mundial (Análisis del nivel de riqueza y desarrollo social en las regiones europeas). El lector interesado podrá comprobar que Cataluña, teniendo una riqueza media por habitante bastante superior a la de Escocia (29.200 euros frente a 26.500), acaba mostrando un indicador de bienestar social que la coloca por debajo de Escocia (pues pierde 72 posiciones en el ránking europeo). Si en Escocia ganó el no al brexit y -al tiempo- una parte significativa quiere salir del Reino Unido, porque identifica que es esa la causa de su deterioro relativo, es fácil imaginar que en Cataluña suceda más de lo mismo. Regiones en las que una parte de la población ve en el anclaje estatal un drenaje de recursos para mejorar el bienestar de otras regiones (mientras ellos empeoran). Eso explica que, por ejemplo, Cataluña supere a Galicia en 96 posiciones en riqueza pero solo en 53 posiciones en bienestar social (la mitad de distancia). No digo que sea el único factor para querer irse. No es mi especialidad evaluar otras razones para querer salir de una España con toreros, peinetas, banderilleros y castizos negociantes. Pero sí es una base objetiva para vender que yéndose (del Reino Unido o de España) se evitaría ese deterioro. Un deterioro que, por cierto, no se observa para la muy ricacomunidad de Madrid. Sobra decir que no comparto la mayor: el rechazar que las regiones más ricas deban asumir que las menos ricas recorten sus distancias en bienestar social. Puro darwinismo neoliberal tan en boga. Pero deben hacerlo todas, y proporcionadamente. Porque cuando no es así, crece el número de los que no asumen la ciudadanía compartida y sus contrapartidas. Y de los que compran la utopía de su independencia.
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