20 sep 2017 . Actualizado a las 17:37 h.

El día de América en Asturias siempre es un día de recuerdos y añoranzas. La cabeza vuelve una y otra vez sobre los que ya no están. Es un volver a la infancia, esa niñez que es la verdadera patria y donde uno siempre se imagina feliz, por eso de que la memoria es selectiva. Apenas se ven, ya, niños vistiendo trajes regionales. Esa sorpresa y admiración que me abarcaba al ver las grandes carrozas, las vestimentas precolombinas, la música y los bailes cuando iba de la mano de mi madre han mutado en cierto desdén, hastío y hasta vergüenza. El desfile tiene un aire anticuado y casposo: mucho cartón piedra y poca calidad. Espero que todo esto sea fruto de la edad, que esta sensación de chabacanería sea exclusiva a mi persona y que a los pequeños de hoy en día sigan entusiasmándoles las carrozas como me entusiasmaron a mí.

Después del desfile había visita obligada al chiringuito de la APARO, los jugados del Real Oviedo tenían cita con los aficionados a las 19:30h. Llegaron con retraso, cerca de una hora tarde, pero la espera se hizo rápida. Mientras llegaban y no, cayeron unos cuantos chocolate con churros y cervezas, todo amenizado por Miguel Ferrandi y Pajarón a los mandos de la música y la megafonía: qué dos pedazo de fenómenos. Llegaron los jugadores y rugió la APARO: ovaciones, aplausos, cánticos, miles de fotos y vídeos. La gente ha cambiado los recuerdos por los vídeos y las fotos, con la deficiencia de que para evocar esos recuerdos siempre necesitarán un soporte, con lo fácil y placentero que es ejercitar la memoria. Había gente emocionada. El fútbol es algo tan maravilloso que nos hace sentir como cuando aún éramos niños y la vida pendía de ese partido en el recreo o en el parque con los amigos. Muchos de los que estaban aquí vieron al Oviedo en las buenas y en las malas, pero siempre fieles al club.  Dice José Luis Garci: «pueden fiarse de alguien que cambie de mujer, abandone su familia o el trabajo; pero nunca de alguien que cambien de equipo de fútbol. Porque en esta vida tu equipo te elije a ti». Otros, los más jóvenes, están empezando y gozando de la nueva edad dorada a la que apunta el Oviedo, pero no por esto serán menos fieles. Por el chiringo se dejaron ver Alfonso Herrero, Carlos Hernández, Saúl Berjón, Viti, Linares y Rocha. Muy atentos con todos los aficionados y cercanos. «Este equipo será el que nos llevará a primera», era el runrún que gobernaba el ambiente.

Ayer era el día de hacer acto de presencia en la noche mateína, pero retirar pronto. Queda los más importante y jugoso de estas fiestas. De la que me retiraba pude ver a Toché donde el Jamón. Pese a numerosos requerimientos para que alargara la noche, logré mi propósito y replegué a una hora temprana y adecuada.

Al final las fiestas no consisten en otra cosa que liberar al niño que uno tiene dentro. San Mateo es el momento y Oviedo es el lugar donde todos debemos pasarlo como niños. Lo que queda, hay que ir con todo.