Un domingo en San Mateo es lo menos parecido a un domingo el resto del año. El ánimo no decae, y la gente se echa a la calle. El lunes habrá alguna que otra cara de tabla y unas ojeras que ocultar tras los cristales de unas gafas de sol. Nada que no tenga solución.
Los bocatas y las cervezas se pidieron ayer al grito de: «Tochetazo». La ciudad está en fiestas, y eso se nota en todo. El Tartiere registró ayer la mejor entrada de la temporada, como no podía ser de otra manera el equipo brindó una victoria a la afición y un motivo más para celebrar. Toché está siendo «el hombre» de lo que llevamos de liga; el cowboy que abate a todos los apaches y bandoleros, por rutina y deber, para llegar al saloon y poder beber tranquilo. «Tochetazo» en San Mateo.
Estaba siendo un día para detenerlo en el tiempo y quedarse a vivir allí toda la vida, pero, de repente, apareció la lluvia y lo ensombreció todo. Las terrazas se fueron vaciando, y la gente corrió a resguardarse. El chiringuito de la APARO se puso hasta los topes, entre cánticos del Oviedo y canciones de Calamaro uno siempre está bien, un poco de agua no iba a chafar la celebración de la victoria.
En la plaza de la Catedral resistían, no se quería mover nadie. Toque quien toque, la plaza se llena cada día, es el mejor reflejo de que a los ovetenses, y a todos los asturianos, les gusta la música en directo. Es una pena que se apueste tan poco por la música y se planifiquen carteles de un dudoso gusto y calidad. El mejor escenario de San Mateo desaprovechado. Y que no digan que no hay alternativas, porque todo aquel que haya pasado por Feijoo sabe la calidad de la música y las grandes bandas que se escuchan.
Inició de semana. Será un lunes de ojeras e ibuprofeno, pero felices.