En crecimiento, pero sin desarrollo

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

04 sep 2017 . Actualizado a las 08:42 h.

De la misma manera que el mes de agosto suele suponer para muchos de nosotros una elección más o menos equilibrada entre frenesí viajero y consumista o bien reposo y reflexión pausada de una etapa para encarar la siguiente, para un país como España también a esta altura del año es buena ocasión para, o bien dejarse llevar por el multimillonario éxito de nuestro negocio turístico o bien evaluar los progresos de fondo en nuestra calidad de vida. Porque algunos negocios, según como se gestionen, pueden generar crecimiento económico para el país, pero no ayudar a su desarrollo social.

Es en este contexto que justo en agosto se presentó el último informe de nuestro Observatorio de la Sostenibilidad (#SOS17 en http://www.observatoriosostenibilidad.com/) donde se sintetizan decenas de indicadores de organismos gubernamentales y no gubernamentales sobre España. Y es en este punto en el que no parece que el actual crecimiento de la producción y de los negocios (también los turísticos) esté favoreciendo nuestro desarrollo (social y ambiental). Menos aún que este sea sostenible.

Porque tenemos problemas de calidad y de cantidad con los recursos hídricos, porque en las emisiones que generan efecto invernadero estamos fuera de control, con escasa eficiencia energética y alta pobreza energética, porque en justicia social e inclusión andamos por la cola de Europa, porque los problemas de viviendas vacías y encarecimiento del alquiler dificultan el acceso a muchos ciudadanos, porque en corrupción empeoramos, porque en desigualdad social y pobreza somos campeones, y porque la precariedad en el empleo y en los salarios sigue acompañando nuestro crecimiento económico. De manera que anotamos crecimiento económico, pero no desarrollo social.

En esta línea también nos enteramos en agosto que en el cambio de junio a julio se batió un triste récord: el día que más altas y bajas simultáneas se registraron en nuestra Seguridad Social. Como los contratos cada vez duran menos, cada vez se firman más. Este año puede que lleguemos a los 20 millones. Y la Seguridad Social recoge este baile de hipertemporalidad. El turismo está detrás, pero también la educación.

Simultáneamente se nos informa que en España gastamos ahora en desempleo la mitad que en los peores años de la crisis. Y sucede esto en un país con una de las mayores tasas de paro de Europa, con la cobertura en caída libre y con un cuentagotas de caridad pública que se prorroga periódica y agónicamente con cuatrocientos euros. ¡Eureka!… Ya hemos conseguido gastar el doble en pagar los intereses de la deuda (que sigue imparable) que en proteger a nuestros desempleados.

Añada usted que este año de cada diez convenios colectivos ocho no garantizan el poder adquisitivo de sus trabajadores, y que para los pensionistas la cosa ya es así automáticamente año tras año. Eso sí: con mucho frenesí viajero y consumista.