Manzanas traigo

Pedro Armas
Pedro Armas TRIBUNA

OPINIÓN

Pilar Canicoba

16 ago 2017 . Actualizado a las 07:55 h.

La madrastra no le dio a Blancanieves una manzana podrida; le dio una manzana envenenada. Como Blancanieves era reticente, la madrastra cortó la manzana por la mitad, mordió la parte sana y le ofreció la parte tóxica. Tras la demostración de confianza, la madrastra ganó credibilidad, Blancanieves mordió la manzana y cayó fulminada. La credibilidad es la clave de la democracia. La mordida es la clave de la corrupción. Otros dirán que la clave de la democracia es la justicia. Sin embargo, ante cualquier pregunta del juez, todo buen imputado por corrupción responde: «Manzanas traigo», es decir, pregunte, señoría, lo que quiera, que yo respondo lo que me da la gana. 

La teoría de la manzana podrida no es una teoría, sino una estrategia. No se trata de una manzana podrida en un cesto, sino de muchos cestos repletos de manzanas pútridas. En los últimos años ha habido unos dos mil imputados y unos doscientos condenados por corrupción. No hay unas cuantas manzanas pochas, hay una plaga. Tal vez sea debido al cambio climático. Tal vez sea debido a la mosca de la fruta. Tal vez sea debido a que el partido más corrupto se ha convertido en fumigador de la corrupción. Tal vez sí, pero no.

El ciudadano sabe que los casos de corrupción han salido a la luz por revanchas internas y luchas de poder, por disputas entre los que se han estado beneficiando de comisiones y mordidas. Todos se han beneficiado de la financiación ilegal del partido. Colectivamente, todos se han beneficiado de su caja B; particularmente, algunos metieron la mano en la caja. El ciudadano sabe que el triángulo Madrid-Valencia-Palma no es el triángulo de la fortuna, sino de la corrupción. El ciudadano sabe que en el palco del Bernabéu no solo se anima al Real Madrid. El ciudadano sabe que fue cómplice entonces, cuando hizo la vista gorda en época de vacas gordas, pero sabe que no era culpable ni antes ni ahora. Culpables son los corruptos, tanto los corruptores como los corrompidos.

Antes había una corrupción histórica, derivada de la incultura del pelotazo; ahora, los juzgados están desbordados por los sumarios de los casos de corrupción. Dos tópicos han adquirido rango de categoría: la Justicia es lenta y la Justicia está politizada. La Justicia es lenta porque tiene que ser garantista y porque no está dotada de medios suficientes. España tiene una ratio de jueces por habitante por debajo de la media europea. La Justicia está politizada en los niveles superiores (Fiscalía General del Estado, Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional), donde promocionan los nombrados por dedo o por cuota, los obedientes por afinidad o por afiliación. La Justicia no está politizada en los niveles inferiores (audiencias, juzgados), donde promocionan los que ganan las plazas por oposición o por concurso, por mérito o por capacidad.

La crisis ha cambiado la percepción de los problemas. En las encuestas del CIS, el paro continúa siendo el principal problema para los españoles, pero la corrupción es el segundo. La lista de corruptos no ha dejado de medrar: miembros de la familia real, ministros, presidentes autonómicos, diputados, concejales de urbanismo, tesoreros de partidos, empresarios de la construcción, banqueros, etcétera. Va a ser muy difícil erradicar la corrupción de un país donde unos cuantos privilegiados siguen pensando que lo público les pertenece. La cosa viene de antiguo. Si Dios, en vez de prohibir la manzana, hubiese prohibido la serpiente, Adán y Eva se habrían comido la serpiente.