Según nuestro Instituto Nacional de Estadística (INE) los españoles generamos en el conjunto del pasado año la misma riqueza que en el año 2007. Una excelente noticia después de las caídas derivadas de la recesión económica.
En esos casi diez años habríamos recuperado el valor real de lo producido por nuestra economía, es decir, descontado el efecto de la inflación. Generamos la misma riqueza pero es obvio que no fue necesario el mismo volumen de trabajo para conseguirlo.
Los datos de la Contabilidad Nacional del INE estiman que en el 2016, para conseguir la misma producción que en el 2007, fueron necesarias cuatro mil millones de horas de trabajo menos, lo que equivale a que dejaron de ser necesarios casi dos millones y medio de empleos a tiempo completo.
Ya en este punto se nos presenta una paradoja, puesto que acompañando a semejante ahorro de trabajo necesario, en cómputo social agregado, se comprueba que las horas trabajadas por término medio por cada ocupado, lejos de disminuir, se habrían incrementado.
Por su parte, la Encuesta de Población Activa del INE nos permite precisar la metamorfosis del trabajo que se está registrando en España. En primer lugar, se confirma que fueron los ocupados a tiempo completo los que dejaron de ser necesarios, puesto que, justo al contrario, los ocupados a tiempo parcial se incrementaron durante esos nueve años en casi un 20 %, acercándose a los tres millones de trabajadores.
De manera que, con menos trabajo total y con mayor aporte de los empleos a tiempo parcial, obtenemos la misma riqueza. También con mucho empleo con contratos temporales. Seguimos con mucho trabajo de esa naturaleza, a pesar de que aquí se concentró la destrucción de empleo durante la crisis (singularmente, por razones obvias, en la construcción). Sabemos que en los seis primeros meses de este año nada menos que el 90 % de los contratos realizados fueron temporales.
La otra cara de la moneda la tenemos en el creciente número de parados y jubilados. Hoy tenemos dos millones trescientos mil parados más que en el 2007, así como un millón más de pensionistas. Con la misma riqueza nacional no debiera ser difícil sostener con dignidad a ese mayor número de parados, al no ser necesario remunerar a un semejante número de trabajadores.
Hecho esto, el problema añadido a resolver es cómo financiar las prestaciones de ese nuevo millón de pensionistas. Llegados a este punto, la solución pasa por que sea el conjunto de la riqueza nacional generada (y no las menguantes nóminas de un número decreciente de trabajadores, cada vez más temporales y a tiempo parcial) la que financie nuestro sistema de pensiones.
Un giro especialmente procedente cuanto más 4.0, informatizado y robotizado sea el sector de actividad del que se trate. Para no seguir penalizando justo a aquellos sectores que generan más oportunidades de empleo digno para nuestros parados.
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