Acomienzos de este año el Foro Económico Mundial presentó un informe sobre lo que define como «sistema económico inclusivo». Simplificando: aquel en el que tanto los más jóvenes como los más mayores encuentren posibilidades crecientes de una vida digna.
En España nuestro sistema inclusivo se deteriora. Porque creceremos este año al 3 %, el gasto público no recuperará el peso de antaño, y la Seguridad Social aumentará su déficit. De esta manera, las pensiones apenas crecerán (lo harán seis veces menos que la inflación).
Porque los beneficios empresariales -según el Banco de España- crecen al 11 % mientras los salarios lo hacen al 1 %. Y porque mientras los grandes bancos anotan crecimientos de sus beneficios en lo que va de año superiores al 20 %, el Estado asume que el FROB perdió en el 2016 otros 1.700 millones (casi 500 de Bankia). Que pagaremos entre todos.
Un sistema inclusivo también se deteriora cuando de los nuevos ocupados en el primer semestre hasta el noventa por ciento fueron temporales. Es así que la tasa de ahorro de los hogares continúa disminuyendo. O cuando cada vez más ocupados (temporales, a tiempo parcial) se ven obligados a compartir una vivienda, mientras los alquileres no hacen más que dispararse.
La guinda contra un sistema inclusivo nos la dio en el mes de julio Intermón: de 35 países de la OCDE, España ocupa la posición vigésimo cuarta en sus esfuerzos por reducir la desigualdad.
Pero el más grave problema de tal deriva antisistema en España es que algunos de nuestros más altos gestores se están revelando como muy activas células durmientes contra un sistema inclusivo.
Es así que nos encontramos con que la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil detuvo al presidente de la, nada menos, Real Federación Española de Fútbol durante décadas y a secuaces suyos por corrupción masiva. Se trata sin duda de un grupo radical antisistema: administración desleal, apropiación indebida, corrupción entre particulares, falsedad documental y posible alzamiento de bienes, todo ello en relación con la organización de partidos internacionales.
También con que un exgobernador del Banco de España declaró ante el Congreso que él no pudo pinchar la burbuja inmobiliaria, nada podía contra los antisistema ejecutivos de las entidades. Días más tarde uno de ellos (de Bankia-Caja Madrid), después de pasar por la cárcel, y ante el riesgo de volver a ella, se suicidó. Suicidado y exgobernador compartían el ser amigos de un anterior presidente (también antisistema por deudas con el fisco) del Gobierno.
Y, ya para no dormir tranquilos, después de una sentencia del Tribunal Constitucional sobre la amnistía fiscal del Gobierno de Mariano Rajoy del año 2012 por abdicación del Estado de sus obligaciones (rotunda faena antisistema), el presidente se vio obligado a comparecer como testigo ante otro alto tribunal, en el que se analiza la presunta financiación corrupta de su partido. Lo dicho: en manos de campeones antisistema.
Comentarios