Hace un par de años Donald Trump hizo una broma desconsiderada sobre el historial militar del senador John McCain, que se había pronunciado en contra de su candidatura a las primarias republicanas. A McCain lo capturaron en Vietnam y pasó cinco años en la temible prisión de Hoa Lo (motejada sarcásticamente como «El Hilton de Hanoi») donde fue torturado repetidamente. Lo que dijo Trump fue que no podía entender que a McCain se le considerase un héroe por haber sido un prisionero de guerra. Él -que no fue a Vietnam- prefería «a los héroes que no se dejan coger».
Dos años después, la broma le ha costado cara. La venganza es un plato que se sirve frío y McCain no se esforzó por disimular su satisfacción al pronunciar el voto crucial con el que el Senado rechazaba la propuesta del presidente para echar abajo partes de la reforma sanitaria de Barack Obama (conocida como Obamacare).
Tampoco los medios norteamericanos -casi todos contrarios a Trump- se esforzaban ayer por disimular su satisfacción. Aparte de su valor en sí, el Obamacare es el símbolo de la previa Administración Obama y su supervivencia sería el ejemplo más claro del fracaso de la de Trump.
Pero evidentemente no es por esto por lo que McCain ha votado en contra. Aparte de la oportunidad de devolvérsela a Trump, lo que el senador pretendía era restablecer la autoridad del partido frente al presidente, dejando en evidencia su falta de habilidad negociadora y su incapacidad para poner de acuerdo a las distintas facciones del partido. La rebelión de tres senadores (McCain y las dos senadoras que le acompañaron votando no) puede parecer poca cosa pero la importancia simbólica del gesto es considerable y anuncia, de hecho, el fin de la autonomía de Trump respecto a su partido. A partir de ahora, el presidente puede esperar muchas más emboscadas como esta.
¿Está a salvo, entonces, el Obamacare? Es muy probable. Trump no puede arriesgarse a otra humillación en este asunto. Esta última propuesta era ya solo un intento de salvar la cara, porque la sustitución del Obamacare por otro sistema menos estatalista era una de sus promesas electorales más notorias. Y si bien el grupo republicano todavía podría presentar otra propuesta, vistas las divisiones internas, no sería fácil. Entre los republicanos va extendiéndose la tesis, enunciada por McCain en su explicación de voto, de que el Obamacare es tan costoso y está tan mal pensado que «se derrumbará» y desaparecerá por sí solo sin necesidad de suprimirlo.
Suena a resignación. El Obamacare es, efectivamente, muy caro para lo que ofrece, pero su colapso siempre será más costoso que apuntalarlo con nuevas leyes. Además de que retirar a millones de personas un derecho adquirido es mucho más difícil que otorgárselo. Por todo ello, el Obamacare tiene ahora muchas posibilidades de sobrevivir. En todo caso, lo menos que se puede decir es que, en estos momentos, parece gozar de mejor salud que la propia presidencia de Trump.
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