Empezamos el mes de junio conociendo que por cada nuevo afiliado a la Seguridad Social se firman una media de once contratos, también que ya cuatro de cada diez asalariados en España tienen un contrato temporal o a tiempo parcial. Por cierto: los empleados a media jornada cada vez hacen más horas extraordinarias.
La hostelería es campeona (con kellys a menos de tres euros la hora, falsos contratos de formación y miles de pisos de Airbnb, todos en la economía 4.0) en una nueva temporada turística que promete desbordar todas las previsiones.
Luego nos enteramos de que 25 empresas se repartían contratos millonarios del AVE. Otros campeones. Aparte de multinacionales como Alstom y Siemens, en el chanchullo se empleaban a fondo empresas punteras de nuestro Ibex 35 (OHL, ACS, Sacyr, etcétera). La flor y nata de la economía global con lo mejor de la economía nacional.
No son antisistema, simplemente parasitan el sistema. Concursos públicos, sobrecostes… Y luego, claro, el déficit se nos va de las manos. Al tiempo que esto sucede, el Banco de España nos informaba de que las grandes empresas recuperan la rentabilidad previa a la crisis. Impresionante.
Según todos los sindicatos de la Agencia Tributaria, los recursos humanos de dicha agencia siguen siendo insuficientes. Nada menos que cuatro mil trabajadores menos en los últimos años. Aquí un trabajador por cada dos mil habitantes, en Alemania uno por cada setecientos. Y Hacienda tiene 46.000 millones sin cobrar que me imagino nada tienen que ver con que los expedientes se duerman por los pasillos.
Las superestrellas del deporte nacional no dan buen ejemplo a aquellos ciudadanos que pagan lo que deben. Dado su carisma me temo que no pocos se sentirían orgullosos de poder imitarlos. Estábamos en esas y el Tribunal Constitucional dictó que la última amnistía fiscal suponía la abdicación del Estado de sus funciones tributarias. Me entran dudas para identificar a los antisistema y a los que se pasan el Estado de derecho por la entrepierna. Me estaré haciendo mayor.
Sin tregua. Un alto ejecutivo llegado de JP Morgan consiguió hacer desaparecer el Banco Popular-Pastor a cambio de un euro, para engordar aún más un banco sistémico que pasa por español aunque en realidad, como informó puntualmente este diario, está controlado por fondos de inversión extranjeros que, casualmente, saltaron del banco zombi justo a tiempo. Negocios, me imagino, de muy alto nivel.
Que nadie se relaje. Los cinco grandes bancos que controlan las finanzas del país aún tienen más de cien mil millones de ladrillo en alto riesgo. De momento el Banco de España asume que de cada cien euros que ya se tragaron de dinero público (y eran ochenta mil millones) para evitar la bancarrota, apenas recuperaremos veinte. Con suerte. El resto (intereses incluidos) lo pagaremos a escote. Menos -claro está- los amnistiados, los morosos y los dioses del deporte.