Pensamiento débil de la izquierda versus neoliberalismo socialdemócrata: Macron como ejemplo
OPINIÓN
En la construcción del pensamiento individual, pocas veces reflexionamos sobre las concepciones inducidas desde el exterior que influyen en las bases de construcción de nuestras ideas. Y esto, que siempre formó parte del debate sobre el saber histórico, recobra especial importancia ahora en los momentos más álgidos del desarrollo de la producción de la información mediante la telemática, por la cantidad y el servicio que presta dentro de la lucha de clases a la construcción de una subjetividad de masas, de apoyo al sistema político hegemónico neoliberal. Son instrumentos empresariales mediáticos de nulo carácter ético, democrático o profesional, al servicio del imperialismo decadente global.
Muchas personas son conscientes de que la crisis que provocó la implosión de la burbuja inmobiliaria del 2008 en Estados Unidos. La absorbieron los eslabones económicos y sociales más frágiles del extrarradio global, a través de los tratados de libre comercio y circulación monetaria, impuestos por el neoliberalismo conservador y socialdemócrata (como el euro por la Europa de los mercaderes). Pero mediáticamente tejieron la duda social para recuperar el capital perdido, con el infundio del mito inculcado a las masas de que estas políticas de austeridad y recortes son para salvar el estado de bienestar, base del pacto social del proyecto europeo histórico. Ocultando mediáticamente, la cúpula neoliberal, el proceso que está perpetrando, de acumulación de capital por explotación y desposesión de las clases trabajadoras, para enfrentar la crisis global del sistema capitalista de producción y para la confrontación militar con las potencias emergentes. Las guerras que vemos y conocemos.
Pero las políticas austericidas para superar la crisis global han tenido consecuencias para el proyecto ideológico y político bipartidista de la oligarquía neoliberal, dirigida desde el FMI y la OTAN, basada sobre una supuesta competencia entre la línea conservadora y socialdemócrata, base del bipartidismo histórico y de hegemonía en la derecha y la izquierda social. Es la política que salta por los aires públicamente con la formación de un gobierno de izquierdas en Grecia en el 2015 por Syriza. Previamente, se asoma con el triunfo de Podemos en España en las europeas del 2014 y, paralelo a esto, el auge del populismo de derechas del FN de Lepén en Francia o el Grillo en Italia, entre otras expresiones populistas en el resto de Europa (siendo el fenómeno global al ser la crisis del sistema capitalista de producción global). Esto quiere decir, como se está demostrando en todos los países que se convocan elecciones, que la estrategia del bipartidismo neoliberal bajo la apariencia conservadora y socialdemócrata salta por los aires. Lo vemos en países como EE.UU., Gran Bretaña, España, Italia o actualmente Francia.
Pero el neoliberalismo proyecta nuevos ejes de dominación ideológica del pensamiento débil. Si bien la crisis del neoliberalismo afecta a las dos patas, las principales consecuencias las está sufriendo hasta ahora el proyecto neoliberal socialdemócrata, porque allí donde surgen proyectos populistas nacionales de izquierdas son barridos literalmente, como vemos en Grecia, España o más recientemente Francia, al estar situada la contradicción antagónica de clases actualmente entre el proyecto popular nacional de izquierdas y el proyecto global neoliberal austericida. Pero donde no han triunfado ni han roto con el neoliberalismo, como en EE.UU o Gran Bretaña, todo funciona dentro de la entente entre las dos patas del neoliberalismo y el populismo de derechas. Pero la debacle neoliberal socialdemócrata en Francia aporta nuevos datos con un gobierno de concentración neoliberal en un solo partido, con todos los formatos políticos neoliberales de izquierda, centro y derecha.
Como nuevas estrategias tenemos que el populismo de derechas es proyectado entre las masas por los medios de comunicación neoliberales (o sea todos los principales) como proyectos fascistas, xenófobos, homófobos..., situándolos como los principales enemigos de la humanidad, para concentrar todo el voto democrático, progresista y de izquierdas en las candidaturas neoliberales, como únicas defensoras del estado de bienestar y libertades, colocando al populismo de izquierdas a la misma altura totalitaria. Pero al tiempo ocultan que todas las tendencias sociales racistas, antimigratorias y muros han sido provocadas por el neoliberalismo desde los años setenta por las intervenciones en los países en desarrollo, provocando millones de muertos por guerras y hambrunas, que han obligado a millones de personas a abandonar sus casas y sus países, potenciando fascismo y xenofobia al no haber en occidente trabajo, comida y casa para todas las personas, cayendo en la superexplotación por los empresarios y la exclusión social y la miseria, reflejo de lo que representa socialmente la alternativa neoliberal.
La creación por el neoliberalismo de una subjetividad de masas sobre el populismo de derechas como proyectos fascistas sirve para ocultar, en la división de la oligarquía, a un sector nacional que busca el proteccionismo económico y el estado burgués como instrumento para superar la crisis global. Lo que homologuemos de estas fuerzas populistas de derechas con el fascismo histórico debemos hacerlo desde su práctica política violenta, xenófoba o homofóbica porque, literalmente en estos temas, el Partido Popular de España es más reaccionario que el Frente Nacional francés de Lepén. Es más, podemos añadirle al PP que a esa falta de defensa de los valores democráticos de igualdad, la justificación política que dan al golpe militar fascista y genocida de 1936, triunfante por el apoyo económico y militar de la Alemania nazi y la Italia fascista, por el boicot que está haciendo a la ley de memoria histórica y por la política económica y social austericida que ejecuta. Lo mismo de muchos otros partidos conservadores neoliberales como el alemán de Merkel o los republicanos de Bush. Solo desde un pensamiento débil, que no parte de un análisis propio de la realidad concreta y que hacen suyo por la comodidad de la delegación política, la historia mediática del neoliberalismo como el sistema económico menos malo conocido, se podrá pensar que Macron como neoliberal socialdemócrata, defenderá el pequeño estado de bienestar que aun nos queda, para la clase obrera.
Vimos en las elecciones de EE.UU a los neoliberales de Obama y la Clinton, junto con los neoliberales que perdieron ante el republicano Trump que, para mantener su política guerrerista y genocida, hicieron una campaña mediática de descrédito y encumbramiento de un Trump fascista, xenófobo, homófobo..., reescribiendo la historia y achacándole todas las políticas de restricción de inmigrantes y muros construidos por ellos y culpabilizándolo del racismo creciente en EE.UU., ocultando que estas fueron consecuencias de las políticas practicadas por sus políticas neoliberales genocidas. Con más claridad lo vemos en Francia, donde los neoliberales han construido un muro mediático, con la consigna del no pasarán, para parar un supuesto fascismo del FN de Lepén, el cual expulsa a todo el que demuestre simpatía o defensa pública del fascismo, que reconoce el divorcio y el aborto como un avance para la mujer dentro de un republicanismo laicista y critica la intervención francesa en Siria. Aún así los poderes mediáticos no lograron parar el fenómeno Mélenchon, que era el objetivo fundamental, ni encumbrar el triunfo de Macron, que queda muy por debajo de Chirac en el 2002, que compitió también contra la extrema derecha saliendo elegido por el 62% de los inscritos y Macron solo por el 43% de los inscritos.
Sectores de los que conforman el pensamiento débil de la izquierda suscribieron públicamente cantos para aupar al neoliberal Macron a la presidencia, tomando opción en una pelea entre representantes de la oligarquía francesa, para parar al fascismo. ¿Pero realmente el viejo fascismo, marginal, mercenario y subvencionado desde las instituciones neoliberales y empresarios como en Grecia al Amanecer Dorado, para repartir comida al patrio y boicotear a la izquierda o como en España para bloquear la embajada venezolana son algún problema? O él mismo representa al nuevo fascismo, imperialista y genocida en lo económico, político e ideológico. Lo demuestra el que dirigentes y cuadros neoliberales socialistas, conservadores y centristas se decantan por la entrada en el nuevo partido sin estructura ni historia. Valls, primer ministro socialista neoliberal francés junto con Juppe, candidato conservador neoliberal a la presidencia, así lo hacen, visualizando el fin del bipartidismo neoliberal con la creación mediática de un enemigo superior para la humanidad, que motive la confluencia del voto en ellos de un amplio espectro social burgués, democrático y progresista. Pero dará continuidad a la Europa euroalemana, antidemocrática e imperialista, fortaleciendo como ha prometido en público al poder oligárquico en su triunfo, las políticas austericidas y la intervención imperialista para defender sus intereses coloniales en África y Oriente Medio y con la OTAN, la confrontación militar con China, Rusia y resto de potencias emergentes, bajo la dirección política y militar de los EE.UU.
Pero, poco a poco, los sectores sociales van superando el prejuicioso pensamiento débil, por la fuerza de la unidad de la izquierda popular. De ahí el gran acierto de Mélenchon de no pronunciarse por el voto a Macron como representante de la oligarquía imperialista neoliberal, en competición electoral con la oligarquía conservadora proteccionista. Lo vemos con Jeremy Corbyn en Gran Bretaña, asumiendo la nueva realidad del Brexit desde la perspectiva de los intereses generales del pueblo y no de la City, rompiendo con el pensamiento débil construido desde el laborismo neoliberal de Tony Blair, con un programa de nacionalizaciones y recuperación de los derechos sociales de la clase trabajadora o con Bernie Sanders en EE.UU, sacudiéndose el yugo neoliberal imperialista de la demócrata Clinton y Obama, por una opción de clase trabajadora y socialista.
Lo vimos también en la última campaña electoral española, con el rechazo de Unidos Podemos a la propuesta de un gobierno con el PSOE y C's, bajo un programa neoliberal previamente cocinado por el neoliberalismo socialdemócrata del PSOE, que prefirió con su abstención a un gobierno corrupto de la extrema derecha de Rajoy a una alianza popular de izquierdas o donde el actual secretario general Pedro Sánchez ha superado al aparato neoliberal y poderes mediáticos del PSOE, donde solo le falta decidir si rompe públicamente con el pensamiento débil ligado al neoliberalismo con todas las consecuencias o sigue repartiendo el mantra, de que Unidos Podemos fue quien negó el gobierno de izquierdas alternativo al neoliberalismo conservador.
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