Y vino Francia, y mandó parar

OPINIÓN

30 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El fracaso del socialismo en Francia en las votaciones para Presidente de la República significa una derrota sin paliativos que oscurece a la social democracia, anquilosada e incapaz de renovación estructural e ideológica y de proponer a las nuevas generaciones un futuro más abierto y amplio que el actual.

Los conceptos que parecían nuevos como el de la globalización, transculturalidad, mercado único, progreso, etc. han quedado viejos, aunque aún contengan cierta opción a rejuvenecer.

Han llegado otras categorías como libertad, igualdad, fraternidad, es decir, los derechos humanos que se han subjetivado y que asientan la base ideológica para el futuro. Lo demás se considera escoria de un carbón poco productor de calor humano y lleno de corrupciones geológicas que han superado lo inimaginable.

El hombre y mujer francés, los jóvenes franceses no se han acercado al populismo, aunque sean opciones juveniles para aquellos que no tienen experiencia de vida y que piensan que en la algarabía callejera se encuentra el motor del cambio social. Tampoco se han acercado a la extrema izquierda llena de ilusiones leninistas o de cantos de sirena asentados en Antonio Gramsci y hasta en el bueno de Maquiavelo, siempre tan nombrado y tan poco leído e interpretado. Lo que sucede es que todo ello ha quedado decimonónico y para envolverlo para regalo en telas carmesíes o cárdenas.

Por otro lado, la derecha y la izquierda más conservadoras se han ido por el desagüe de la historia, ya que a mi modo de ver, han perdido todas sus esencias y vaciado sus contenidos congelándolos en una tecnocracia insufrible.

Hoy aparece lo subjetivo asentado en los derechos de las personas a vivir mejor, a no extremar las ideas de la razón y a compartir la justicia, la libertad, la fraternidad  y la igualdad con todo aquel que nos escuche, y que de vez en cuando nos de la razón, sobre todo cuando la tenemos, para que las cosas evolucionen para mejor.  

En Francia se ha hecho necesaria la reforma desde la base que ponga «en Marcha» a los nuevos valores, pensando en las medidas sociales que deberán ser un tanto iconoclastas, y capaces de romper el escepticismo político tan extendido entre la gente.

Para refundar los valores en Francia, al menos en esta primera votación, se ha elegido a la libertad como el primer valor, pero a la libertad en toda su extensión, esto es, económica, social, política y en la capacidad para articularse y llegar a compromisos con la seguridad del país y con la justicia, creyendo en una Europa unida para mejorarla.