El día en que la Unidad Central Operativa (UCO), esto es, la policía judicial de la Guardia Civil, registró el Canal de Isabel II tras la detención del expresidente del gobierno regional de Madrid, un fotógrafo difundió la imagen del tramabús de Podemos pasando por la entrada de la empresa pública.
Ese mismo día, el alcalde Alberto Pérez, que lo es de la localidad madrileña de Alcorcón, ordenó a su policía municipal detener al tramabús, recabar la documentación del vehículo e identificar a su conductor, como si con esa medida propia del talante autoritario que caracteriza al tal Pérez pretendiera poner puertas al campo.
Lo que ocurrió después bien lo sabe el respetable. A la comparecencia de don Mariano como testigo en el juicio por la trama Gürtel -algo puramente normal según el mentado-, el registro en el Canal de Isabel II y la detención de Ignacio González, siguieron los registros de varias empresas más (ACS, OHL, Indra), como si la justicia siguiera no solo los hilos de la trama sino la tesis de la trama que ha puesto a circular el tramabús.
Por si eso fuera poco, a la trama político-empresarial hay que añadir la posibilidad de una trama político-judicial, de ser cierto que el fiscal-jefe anticorrupción ordenó detener la investigación en marcha, consecuentemente con la razón de su nombramiento por el gobierno por su afinidad con el Partido Popular. Esa afinidad fue la que Zaplana participó a González para que no esperara nada malo del señor Moix. Fue la junta de fiscales, reunida al efecto, la que decidió que la investigación se verificase, con la sola excepción del aludido y uno solo de sus colegas.
Súmese a lo anterior, según hemos podido leer en el diario El Español, que uno de los ministros del actual ejecutivo avisó hace un par de meses a González de que la justicia iba tras él, con lo que eso puede comportar para desembarazarse de documentación que lo comprometiera.
A la vista de lo expuesto y lo que darán de sí los próximos días, tal parece que la tesis que el tramabús ventila en las calles obtiene su ratificación en lo que se viene publicando en los medios. No se trata, por lo tanto, de una tramoya más de la política-espectáculo que le reprochan a Podemos sus adversarios. Se trata del deplorable espectáculo que está dejando asomar la trama de poder en España.
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