El fenómeno global del populismo

Jaime Miquel
Jaime Miquel LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

13 mar 2017 . Actualizado a las 09:13 h.

Los fenómenos Trump y Le Pen son expresiones electorales propias de las sociedades más avanzadas del mundo, que son reaccionarias a la globalización, interiorizada como pérdida de liderazgo, de identidad nacional, de valores o de costumbres, de organización, de ventaja económica, de soberanía. Lo que aglutina la demanda o lo que une a estos votantes es la recuperación de un pasado mejor, lo que resulta ya imposible y se resuelve con populismo. Populismo, en esta acepción, es todo aquello que el poder representativo propone, jura y perjura e incluso legisla, pero no sucederá. Se visualiza con un ejemplo. Donald Trump ha advertido a General Motors y a Chrysler, que la parte del negocio que desarrollen fuera de los EEUU será gravada con los mismos aranceles que cualquier otro bien o servicio recibido desde el extranjero; les sugiere que levanten sus factorías de Coahuila de Zaragoza (México), lo que significaría el encarecimiento de los vehículos para el consumidor final estadounidense, porque ese emplazamiento de las automovilísticas norteamericanas es estratégico y concurrente con los intereses de AHMSA, altos hornos mexicanos que refinan millones de toneladas métricas de acero líquido al año. Dicho de otra forma, GM y Chrysler están emplazadas junto a una de las plantas de refinado más importantes del mundo, allí donde obtienen el acero a un precio optimizado, e incrementarán sus inversiones, que es lo contrario de lo que nos dicen. El ejemplo sirve para distinguir el poder representativo del poder real y, por lo tanto, para relativizar la importancia o trascendencia de la agenda del primero, que marca la actualidad política y gana las elecciones incluso con populismo, pero no determina tanto la evolución de las cosas. 

Esto es, Donald Trump está de paso y es ocurrente, pero GM lleva más de cien años fabricando automóviles. Viniendo a España, la estabilidad política e institucional que nos presentan es del todo populista, porque detrás del PSOE y del PP solo hay tres de cada diez de los que votan y uno y pico ya están jubilados. El sistema no comprende lo que ya ha sucedido e interpreta la capacidad crítica de las personas como amenaza, si es que votan a Podemos, o como molestia, si lo hacen por de Ciudadanos. Porque no entienden que son hegemónicos en la mitad más joven del censo y los que más electores reúnen hasta los 64 años de edad.

Se trata del agotamiento de la cultura política que ejemplifica el portavoz del PP, Rafael Hernando. Cuando plantea la investigación de todos, trata como idiotas a unos administrados que exigen masivamente la investigación monográfica y urgente de todo lo relativo a la financiación del PP. Y punto, a obedecer.

Porque aquí, quien se esfuerza, quien protege y ayuda, quien se cualifica y progresa, quien conquista los mercados, quien crea los empleos y los ocupa, somos los paisanos, no un gobierno infantil que llama populistas o radicales a nuestros hijos y a nuestros nietos, que para más INRI también son los suyos.