La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, tras las elecciones presidenciales estadounidenses, bajo el lema de hacer «América grande de nuevo», con el que apela emocionalmente a un país que ya no existe y que promete recuperar, ha supuesto que el país norteamericano haya acabado polarizándose por completo. Tras este triunfo de Trump hay varios millones de votantes frustrados con el sistema, que se sienten perdedores en la globalización y ven como culpables de sus males a otros, ya sean estos grupos sociales de su propio país o terceros Estados.
Durante los próximos dos años, Trump contará con mayoría republicana tanto en la Cámara de Representantes como el Senado. Aunque gran parte de Senadores y Congresistas puedan ser inicialmente contrarios a Trump, si ven que apoyando sus medidas les será más fácil la reelección, lo harán. Por otra parte, también se debe tener presente, que el poder del Presidente de los Estados Unidos está limitado por el sistema de contrapesos, los denominados checks and balances, que harán de control a las políticas que pretenda llevar a cabo el Presidente. Por lo tanto, Trump no goza de poder ilimitado como ya se ha visto.
Igualmente, el papel de Estados Unidos en el mundo, ha sufrido ya modificaciones sustanciales. Si durante la presidencia de Obama, había tenido lugar el acercamiento diplomático con países tradicionalmente con los que se mantenía un enfrentamiento continuo, como Cuba o Irán, la presidencia de Trump ya evidencia una alteración del orden geopolítico. Respecto a China, el tono agresivo mostrado durante la campaña persiste, mientras en las declaraciones se muestra un elogio continuado a la Rusia de Putin.
Las primeras semanas de Donald Trump como presidente de Estados Unidos han dejado ya momentos imborrables. Con una comunicación política que aún pervive en la campaña electoral continua y sin una dirección política concreta, se ha dedicado a firmar órdenes ejecutivas que buscan más el efecto y el titular mediático, que ser trascendentales. Todo ello acompañado por su activa presencia en Twitter, que muchas veces roza el esperpento. O el papel protagonista que ha asumido su hija Ivanka, que no ha tenido reparos en dejarse fotografiar en el sillón presidencial del despacho oval, durante la visita del Presidente canadiense, Justin Trudeau.
Los primeros 50 días del mandato de Trump ya han tenido lugar. En ellos ha intentado empezar a cumplir su agenda, que en algunas ocasiones ha sido de forma errónea. Muestra de ello, valga recordar la controvertida orden ejecutiva de suspender la admisión de refugiados a Estados Unidos y la entrada al país de ciudadanos de varios países musulmanes de forma temporal. El resultado fue el caos en los departamentos que debían llevar a cabo su aplicación y ejecución, así como en los aeropuertos y que culminó con la paralización judicial de la orden.
Por otra parte, el 28 de febrero, Donald Trump se dirigía por primera vez a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. La relación entre ambos poderes será clave. Los límites del Presidente que apuntábamos antes, encontrarán a menudo respuesta en la Cámara de Representantes. Pues bien, ese día, en su intervención, Trump se moderó, y el tono catastrofista dio paso a la positividad. Pero lo que no hubo fueron detalles sobre cómo piensa realizar la reforma fiscal, la sanitaria, o llevar a cabo la seguridad de las fronteras. Las dudas y los temores continúan, mientras de la Casa Blanca siguen saliendo ocurrencias que se alejan de la realidad.
A los pocos días de dicha intervención ante la Cámara de Representantes, Trump acusó al ex-Presidente Obama de grabar sus conversaciones telefónicas antes de las elecciones. El ataque no tiene precedentes. Pese a la gravedad de las acusaciones, Trump no ofreció ninguna prueba, lo que hizo que muchos republicanos se desmarcaron rápidamente. También, días antes, en un mitin en Florida señaló a Suecia como víctima de un ataque terrorista que nunca ocurrió. La explicación estaba en un reportaje amarillista que Fox News había emitido el día anterior. Así suelen ser sus fuentes, en lo que alguno ya ha catalogado como la era de la postverdad, o lo que es lo mismo, el tiempo de la mentira.
Han pasado ya más de 50 días con Trump en el poder y en estas semanas no hemos hecho más que empezar a sufrir su mandato.
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