Crónica de un interino

OPINIÓN

08 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando una persona decide orientar su vida laboral al ámbito educativo, y especialmente a la educación pública, comienza a recibir mensajes dentro de su entorno más cercano. Los profesores viven muy bien. Trabajan muy pocas horas. Tienen muchas vacaciones. Cobran mucho. En cuanto empiezas a trabajar ya entras en «la rueda». Estudias unos años y a vivir. Los jóvenes de ahora no tienen respeto. Antes los padres defendían al profesor y ahora cubren a sus hijos. Yo no los aguantaría. ¿Por qué quieres dedicarte a eso?

Siempre recordaremos a aquellas profesoras y profesores que despertaron en nosotros la curiosidad por aquellos campos en los que luego trataríamos de continuar nuestros estudios y despertaron en nosotros el espíritu crítico que ha de evitar la complacencia con el devenir político, social y ambiental de la sociedad actial. Esas personas que nos hicieron pensar, yo quiero hacerlo así. Pero cuando el camino empieza uno va descubriendo que aquel sendero que ya se preveía largo y azaroso por la propia naturaleza del mismo estaba trufado de curvas, baches y cambios de sentido, pergeñados por aquellos que demuestran no tener claro dónde y cómo llegar a la meta propuesta.

El primer paso es acreditar una supuesta capacitación pedagógica, representada desde 1990 por la Certificación de Aptitud Pedagógica (CAP) y a partir del curso 2009/10 por el Máster en Formación del Profesorado. Este es oportunamente más caro para los futuros docentes y que, si bien aumenta las horas de prácticas, de 80 a 250 deja las mismas en un porcentaje inferior al 20% de su carga lectiva. En común ambos tienen reflejar la historia reciente de los vaivenes sufridos por la Educación en materia legislativa: 3 leyes orgánicas en los últimos 15 años.

Tras ello comienza una carrera que no es precisamente la «carrera docente», ganada judicialmente por el colectivo interino, sino una cuya meta, que se vislumbra en el infinito, es alcanzar los méritos fijados en el concurso, destinados no a mejorar nuestras capacidades docentes sino a competir por un puesto con el resto de corredores. Resuenan en los pasillos de las academias varias frases: Si no tienes «las mil horas» olvídate. ¿Tú Cuántos idiomas tienes? Y es que los propios sindicatos que negocian las condiciones ofrecen las soluciones, fáciles pero previo paso por caja. La petición de acreditaciones comienza a desviarse del camino lógico cuando la administración pública niega el valor de la mayoría de títulos homologados en el Marco Común Europeo de Referencia de las lenguas para otorgárselo únicamente a los recaudados por ella misma.

En años pares o impares llega el primer momento de la verdad. La verdad que uno descubre es que el conocimiento del castellano, lengua oficial en todo el Estado no te abre las puertas a intentar desarrollar tu profesión en todo el territorio, quedando excluidas aquellas comunidades con lengua cooficial propia. Que las comunidades autónomas tienen mecanismos de protección contra «intrusos» como listas de interinos cerradas, coincidencia de fechas o disparidad en las formas de evaluación de los conocimientos y la valoración de los méritos. Entre las muestras del absurdo queda que, por sorteo, una persona tuviera que demostrar conocimientos diferentes en Oviedo que en Gijón para optar a una misma plaza de personal docente.

Aquella rueda prometida, que permite el desarrollo de la labor de motivación de las nuevas generaciones, con la que nos habíamos comprometido, se ve continuamente lastrada por la labor de las administraciones central y autonómica. Es lógico pensar que  reducir 9000 millones el presupuesto en Educación no puede facilitar ni la estabilidad del colectivo interino ni el ejercicio de la labor de docencia como tampoco lo hace el aumento de las horas lectivas o la ratio de alumnos por aula que tenemos que agradecer a la aún vigente LOMCE.  

La realidad de las aulas no es más alentadora. Bajas que tardan semanas en cubrirse, clases sin acceso a internet, aulas masificadas, laboratorios infradotados utilizados como aulas tradicionales, salas de ordenadores sin un sólo hueco libre en su agenda,  desdobles reducidos a la mínima expresión por falta de profesores con horas asignadas para ello y alumnos de necesidades educativas especiales sin el apoyo que facilitaría su inclusión y su desarrollo educativo.

Toca reunión de Departamento, compañeros y compañeras intercambian impresiones, ideas, información sobre la evolución del alumnado y el cumplimiento del calendario de sesiones fijado en las Programaciones. Su cara se ilumina cuando se organizan diferentes actividades, charlas, prácticas, visitas, exposiciones... todas ponen a su disposición sus horas libres para facilitar el buen desarrollo de las mismas. Hay esperanza. Llega el momento de hablar de la Huelga, del 9M, mi respuesta: Yo voy