El triunfo de las posiciones de Pablo Iglesias en Podemos es un paso importante para el pueblo y el conjunto de las fuerzas revolucionarias nacionales e internacionales, y por encima del catastrofismo que los sectores de la izquierda dogmática y sectaria vaticinaba, que no distinguen las líneas de demarcación actuales del proceso transformador. Especialmente, cuando ha salido derrotado en este enfrentamiento el sector más propenso al apoyo de la socialdemocracia neoliberal, que lleva años tejiendo una red de alianzas entre las fuerzas progresistas y movimientos sociales, para someterlos bajo compromiso con la globalización neoliberal en el combate por el liderazgo mundial, enfrentados con las nuevas estrategias que surgen en el seno de las oligarquías dominantes, triunfantes en el Reino Unido o EEUU, pero fuertemente presentes en Francia, Italia y muchos otros países donde se ha roto la unidad en la hegemonía mundial. Por eso, libran un fuerte combate internacional, por la dirección del poder económico, político y militar imperialista, entre una oligarquía financiarizada neoliberal y la fracción reaccionarias de carácter neofascista, de tendencia económica más proteccionista.
En Inglaterra y en EEUU, gobiernan ya fuerzas conservadoras con fuerte contenido reaccionario y fascista, con amplio apoyo de sectores de la clase trabajadora, gracias a la socialdemocracia neoliberal, tal como demuestra el envite continuado que plantean en el debate interno. Entre otros muchos, se da en el Partido Laborista del Reino Unido, provocando la confrontación por todos los medios para eliminar el liderazgo de Jeremy Corbyn, representante mayoritario de las posiciones populistas de izquierdas. Lo mismo que en Estados Unidos, con el papel jugado por la Clinton, representante de la oligarquía neoliberal en el Partido Demócrata, boicoteando el triunfo de Bernie Sanders como principal dirigente de las posiciones mayoritarias de izquierda en las primarias demócratas y al único que le daban la capacidad electoral de ganar al representante de la oligarquía Donald Trump: actual presidente de Estados Unidos con un programa de fuerte contenido neofascista.
Pero no es necesario ir tan lejos, tenemos ejemplos cercanos de posibles gobiernos neofascistas en Europa, por el papel nefasto de la fuerzas oligárquicas neoliberales presentes en los conservadores y socialdemócratas, que se apoyan en este combate antes que dejar entrar un gobierno del pueblo. Como en España, que gobierna el PP gracias a los neoliberales socialdemócratas del PSOE, por las amplias coincidencias en las políticas austericidas, en los recortes a la legalidad democrática, en la exclusión de las libertades en los centros de trabajo, en la represión a la libertad de expresión y el enriquecimiento ilícito desde la corrupción, que simboliza el absurdo de esta sociedad decadente que forja en sus medios de comunicación de masas, la cultura de la violencia y el asesinato machista.
Por eso, el triunfo de Pablo Iglesias en la unidad popular no se queda ahí. También se potencian las políticas unitarias de confluencia de la izquierda con el populismo progresista nacional. Se influye en las tendencias que apoyan la confluencia popular del conjunto de las fuerzas progresistas internacionales, a la izquierda laborista británica, a la demócrata en Estados Unidos, a la izquierda en las futuras batallas electorales francesas e italianas, en todos los lugares del planeta, en un mundo políticamente globalizado, porque indican los caminos por donde avanzan las políticas de paz y progreso para los pueblos, fortaleciendo, aunque en general, todavía no lo digan, por la falta de conciencia política social y debilidad de los sectores revolucionarios clasistas, la independencia y soberanía de todos los pueblos y países que combaten al imperialismo y sus barbaries, construyendo sociedades de iguales.
El triunfo de las posiciones de izquierdas en el ámbito de Podemos por Pablo Iglesias, junto con el avance de las posiciones de Pedro Sánchez en unidad con la izquierda socialista en el PSOE y la necesaria consolidación de Alberto Garzón en Izquierda Unida, simbolizan la confluencia en la unidad popular para un gobierno del pueblo en España. Que apliquen políticas progresistas de izquierdas, que superen las políticas austericidas de los neoliberales del PP y PSOE, pero de momento solo está ganada la primera batalla, la de Podemos en Vistalegre II.
Posiblemente, la siguiente batalla sea la de Pedro Sánchez en el congreso extraordinario del PSOE, donde su presentación a Secretario General y candidato de gobierno en unas futuras elecciones generales, con unos presupuestos de izquierdas y, unido a la izquierda socialista de Tapies, ha trastocado no solo los planes de la cúpula neoliberal en la gestora golpista, sino también, la estrategia del gobierno del PP, ante las dudas que tiene sobre su socio de gobierno por el voto que pueda emitir el grupo parlamentario socialista a los Presupuestos Generales del Estado, ante el apoyo que pueda significar este voto, al fortalecimiento de la posición política del NO es NO al gobierno de Rajoy entre la afiliación socialista. Con esta situación tan inestable, el gobierno presiona a la Gestora con la convocatoria de unas nuevas elecciones generales. En las manos de Pedro Sánchez y su equipo está finiquitar en España al bipartidismo que nos ha dejado este presente de decadencia económica, política, ética y moral.
Posiblemente la batalla política interna de los socialistas sea más compleja que la de Podemos. Las posibilidades de maniobra de la gestora neoliberal que dirige el PSOE son mucho más amplias y, si Pedro Sánchez consolida internamente su liderazgo superando ampliamente a sus oponentes, la gestora con el apoyo de los poderes económicos, mediáticos y judiciales, se lo pueden poner muy difícil. Ya dieron un golpe de estado interno en el PSOE sin importarles las consecuencias sociales y políticas. ¿Que más pueden hacer cuando los principales dirigentes de esta gestora, todo su entorno, está implicado en los principales escándalos de corrupción? Casos, que a duras penas avanzan en los juzgados faltos de medios y de independencia judicial, por la impunidad jurídica que como diputados y senadores tienen. Creemos que pueden hacer de todo, porque para ellos España, es su botica particular.
En IU, aparentemente la batalla política también está ganada por el liderazgo de Alberto Garzón, fuertemente respaldado por el triunfo de la confluencia popular de izquierdas en Podemos. La experiencia nos dice que hay que esperar hasta el final, cuando termine la segunda fase, que se supone que será antes del verano. Con la crisis potenciada por los poderes mediáticos en Podemos y, el todo vale para vencer internamente por parte del populismo dubitativo de Errejón, las críticas de los neoliberales de IU encarnados por Cayo Lara y Gaspar Llamazares arreciaron. No dejando de confrontar con las posiciones de izquierda de Garzón o de alinearse con los neoliberales socialdemócratas, entrando en el debate para criticar fundamentalmente una supuesta subyugación de IU ante Podemos. Coincidiendo con los errejonistas para evitar el fortalecimiento de Unidos Podemos por la izquierda.
Esto es lo fundamental en la necesaria confluencia, para un gobierno del pueblo para el pueblo en España, simbolizado en los dirigentes del nuevo populismo progresista y de izquierdas como Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Alberto Garzón. Esta es la confluencia que puede mandar al infierno de las injusticias al bipartidismo neoliberal corrupto del PP-PSOE. Pero seamos conscientes que lo más fácil en esta batalla política va a ser ganar las elecciones, ya que para superar el dominio de la jerarquía euroalemana en Europa vamos a necesitar algo más que la unidad popular y mucho más sabiendo que enfrente tendremos al nuevo fascismo, que será el triunfante si la confluencia fracasa.
Para encarar los futuros retos de un mundo globalizado basado en un modo de producción capitalista, actualmente colapsado por sobreproducción y que busca una salida para su continuidad y desarrollo bajo nuevas formas de relaciones de producción y de lucha antagónicas entre oligarquías imperialistas dominantes y proyectos populares de liberación nacional socialistas, la confluencia de Unidos Podemos debe superar el tremendo desligamiento que tiene por su precaria organización de la clase obrera, organizada sindicalmente en centros de trabajo, sectores y barrios. Fortaleciendo con su lucha por una democracia más avanzada un proyecto socialista democrático, dando respuestas al desarrollo de la producción desde un mercado planificado y una economía al servicio de las necesidades del pueblo y no del beneficio privado, resolviendo los futuros retos de la humanidad de aumento de la desigualdad, de cambio climático y de la generalización de la automatización y la robótica en la producción, poniéndolo todo al servicio del pueblo.
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