El Festival Internacional de Cine de Xixón sigue buscando director porque la «comisión valoradora» (tiene su gracia el nombre) ha dictaminado que el único candidato que sabía inglés no reunía los requisitos necesarios para darle un giro al certamen, signifique tal cosa lo que signifique. Como me había venido manteniendo al margen de este asunto no por desinterés, sino porque a ciertas alturas uno ya no está para pedir peras al olmo, he querido enterarme de qué colectivos, personas, instituciones o cosas formaban parte del comité de sabios que se encargó de dilucidar la cuestión. Una vez hecha la consulta, no salí de mi asombro. Resulta totalmente inverosímil que no acertara a dar con el director adecuado un jurado en el que se alineaban representantes de instituciones tan ilustres como la mayoría de los partidos políticos presentes en el ayuntamiento -excepto PSOE e IU, que en un cobarde rapto de irresponsabilidad y vesania quisieron que las castañas las sacasen del fuego otros-, la Sociedad Cultural Gijonesa, el Ateneo Jovellanos, el Ateneo Obrero, la Cámara de Comercio y, cómo no, la ineludible Otea. Se trata esta última, para quien no lo sepa, de la asociación que aglutina a los hosteleros, docto gremio donde los haya que tan pronto estipula el justiprecio del cubata como decide qué es y qué no es cultura o debate apasionadamente sobre el sexo de los ángeles.
Ahora que urge poner en marcha otro concurso para ver si a la segunda va la vencida, propongo desde aquí a la alcaldesa Carmen Moriyón y a sus intrépidos ediles que no se amilanen. El proceso no fracasó porque se redactaran mal las bases, como dicen por ahí los sediciosos, sino porque no se supo reunir a suficientes fuerzas vivas en el cónclave del que debiera haber salido un nuevo director. Para la próxima, mejor que no quede y se opte por organizar una «comisión valoradora» que, sin cortapisas ni complejos, represente al total de la ciudadanía y haga que todos en la ciudad se sientan partícipes de tan relevante cuestión. Sólo hay un requisito imprescindible: no puede haber entre sus miembros nadie que sepa algo de cine, no vaya a ser que les acusen de sectarios y poco transparentes, cuando no de urdir chiringuitos en los que colocar a los amigos. Por el contrario, el comité de evaluación debe de ser algo transversal, diverso, multidisciplinar y guay en el que, además de todos los que ya participaron en la primera y frustrada selección más el PSOE e IU (hay que mojarse, rojazos), figuren representantes de UGT, CC OO y la CSI (aunque éstos ya van camuflados de serie dentro de la alocada banda del ocurrente Del Fueyo), así como enviados de los colegios oficiales de arquitectos, aparejadores, médicos, farmacéuticos y abogados. No deben faltar ni un teniente de la Guardia Civil ni el señor arcipreste, como tampoco deberían excusar su presencia los representantes de la ONCE, las asociaciones de mujeres y hombres y madres y padres divorciados -también las de escritores (en español y en asturiano)-, los medios de comunicación, la Federación Asturiana de Concejos, la Fundación Laboral de la Construcción, Asetra, la Autoridad Portuaria, las sociedades protectoras de animales, las cofradías de Semana Santa, la Semana Negra, Mercaplana, el Xixón Sound y los distintos colectivos vecinales de los barrios. Hay que contar, obligatoriamente, con las hermanas del Santo Ángel y algún heredero directo o indirecto de Rosario de Acuña y Gaspar Melchor de Jovellanos, y por supuesto nada debe fijarse en el acta hasta que no obtenga el visto bueno de Enrique Castro, Quini. Acudiría éste en representación del Sporting, que es, a la vista de cómo van dejando el kiosco, la única cosa mínimamente digna que va quedando en la ciudad. Háganse cargo de cómo está el panorama.
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