En el año 1976 la escritora británica Virginia Woolf señalaba que estemos en donde estemos la persona vive «momentos del ser» que, se expresan o no, a través del pensamiento, del sentimiento y de las emociones que experimentamos viviendo en el mundo y en diferentes lugares. Esta acción significa que somos conscientes, puesto que los seres humanos traemos a nuestra mente escenas del pasado que nos vienen a la memoria y que de alguna forma recordamos como si fuesen fotografías o una serie de fotogramas. De alguna manera se está diciendo que las personas vivimos en unidades experimentadas y discretas en donde lo importante es la individualidad, aunque la vida puede darnos momentos de grandeza o pesadumbre que asimilaremos dentro de nuestro grupo humano. De alguna forma estamos hablando del paso del tiempo y de otro año que se va de una manera inexorable.
Las personas cortamos las unidades de nuestro tiempo de vida en segmentos. Hablamos del tiempo y lo desmenuzamos en días, horas, minutos. Nos referimos al recién nacido, al infante, al niño, al adolescente, y vemos a la sociedad segmentada en una jerarquía de niveles sociales y de personas diferentes. Y hablamos de individuos que pertenecen a tal pueblo, ciudad, región, país, continente. De aquí que la partición temporal que hacemos puede verse en un espejo que representa las etapas del ciclo de la vida. De todas formas lo que parece más importante es la cualidad rítmica del tiempo, que se concentra y se llena de manifestaciones que los psicólogos denominan el consciente colectivo. Es decir, de la mente colectiva de una cultura que expresa lo que se piensa y se hace en un determinado lugar.
En los días finales del año 2016 sentimos cierta intensidad emocional, ya que parece que el mundo está cambiando algunas de sus reglas generales, al menos en el mundo occidental. Se ha roto esa constelación de ideas que habían estructurado un mundo de los poderosos y de las nociones inamovibles. Hoy se hace necesario otro tipo de ideas emocionales e intelectuales que quiebren el status quo habido hasta ahora, en donde los momentos del ser se asentaban en una cierta obediencia a todo lo estipulado desde una lejana sombra que parecía ocultar la luz.
Hoy la persona ya no vive el tiempo en soledad. Al menos, se pueden recoger las resonancias de las experiencias que ha habido en otros lugares, con otras personas y de una forma casi momentánea. Los individuos ya somos capaces de poseer nuestros momentos significativos que podemos compartir o no con “el otro”. Hemos sido expertos al conceptualizar nuestras vidas en momentos significativos, tanto buenos como malos. Y estamos aptos para participar en la colectividad y para construir un mundo mejor, alejado de esas sombras que aparecen de vez en cuando.
Por todo ello, recomendamos trocear la vida en momentos del ser para que podamos darle sentido, aunque tengamos que moldearla y volverla a moldear para seguir caminos que nos llenen individual y colectivamente.
Y, en este momento del ser ¡Felices Fiestas! para todos.
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