Cómo lamento no haber coincidido con sus majestades los reyes de España en Portugal durante su visita oficial al país hermano. Habría felicitado a doña Letizia por su saludable delgadez y por su fluido dominio del inglés y de otras lenguas más o menos peninsulares; y a don Felipe por su delgada línea roja y por su dominio del fluido de campechanía hereditaria, que es fluir y es permanencia. En la recepción oficial, con la reina ha competido, en belleza y en saber estar, Sara Carbonero, una de nuestras más conspicuas it-girls (Casillas competía en la champions league de los que se ponen el frac por primera vez). Empate a los puntos. Pero el enemigo no estaba en el Paço dos Duques de Bragança en Guimarães, sino en las marquesinas de las calles de Oporto, de Lisboa, de Braga, en los escaparates, en los mupis publicitarios de los cruces estratégicos, en las avenidas más concurridas, en eso que llaman las arterias principales de la ciudad. Allí la reina ha sido Irina Shayk, tan lusitana ella en su rusismo o en su rusidad desde que fuera consorte de Cristiano Ronaldo, posando para Intimissimi -italian lingerie- con un oso polar de peluche de tamaño humanoide que la mira arrobado mientras ella se sonríe picarona con la mirada perdida en las alturas. Los muslos de ambos se acarician con insoportable levedad pues ambos están en posición sedente, con las piernas casi enlazadas, mientras los rodean cajas de regalos atléticas en su rojo y blanco, colores que hacen juego con el níveo alborozo del plantígrado y con el carmesí de la modelo (o paradigma).
La aparición del oso polar de peluche ha servido para la reivindicación de este animal por parte de las asociaciones de defensa de la vida salvaje. Pero también se ha congratulado la Asociación Internacional de Curadores Artísticos (Art Curators International Association, ACIA), que ha recordado cómo en los últimos tiempos ha existido cierta animadversión hacia la presencia de este animal del círculo polar ártico en las exposiciones artísticas. Han recordado acciones llevadas a cabo por responsables de seguridad en cumplimiento de ciertas normas arbitrarias en las que se han retirado algunos de estos animales de exposiciones o instalaciones (en Milán, en Wichita, en Ancorage). Las opiniones están polarizadas, claro, entre los que, desde su humilde atalaya, defienden la libertad creativa (el nonsense artístico, en definitiva) y los que utilizan la fuerza para el deschincheteado vertical o el desencolado horizontal. Aprovechando la circunstancia, la Asociaçao de Curadores de Arte de Portugal (Portuguese Art Curators Association, PACA) ha convocado un concurso de poemas que persiguen el mitema o motivo del oso polar. El resultado es un precioso y variado florilegio poético que la Asociación de Curadores de Arte de España (Spanish Art Curators Association, SACA) ha publicado en español. La reivindicación es evidente en estos ejemplos, quizá los más interesantes del conjunto. En el poema de Willy Pampadog Planto atalantado o atalantino (quentin) que te es todo surrealismo mágico (González) en el que polar bear, desde su cómodo espacio museístico ornado de acebo, se lamenta de la suerte de sus semejantes (salvador) allende los mares, puede leerse: «Osos rotarios en rotondas vacuas./Osos astures neutros de materia./ Osos rusos con leche condensada./Osos cantoneses de mirada triste./Oso chinés al que motejan Pizza:/oso tristura, poso de otros tiempos,/ tu templo de cristal es tu mazmorra:/indignados del mundo, Free the bear!./Si no, que lo libere Frida Kalho./Oso olimpés heredero de Misha./El oro de Moscú isinbayevo/y Mostovoi es un ídolo en Vigo./La viga ajena ven mas no el envase/que aprisiona tu boca adolescente./Oso. Osoro. Padre Ossó. Oso Yogui./Osa Mayor. Menor. Oso hormiguero./Oh, sole mio. O sea, o sea, o sea./Devolvedme el osario de mi mare.// La variante sonetística es obra de Rafinha N. Buquês, quien titula Oso polar (Si me queréis, ursus, marcharsus), y donde podemos encontrar: «Plantígrado carnívoro y peluche/níveo para más señas. En tus sueños,/amén de omega-3 para tu buche/pides el terco amor que dan los neños./Depredador del Hemisferio Norte,/ursus maritimus. Vas por el Ártico/buscándote una hembra que te aporte/temblor más cariñoso que catártico./Hoy te ves en el Hall of Fame del Arte,/desmañado, inane, cual Rey Lear/inútil e inuit. Mi alma se parte:/que venga dios, por Dios, y que lo bear.// Mis favoritos, los dos haikús sin título de Helen Tavernes. Uno, muy navideño: «Polar pantita/polvorón del profeta,/dátiles todos». El otro, algo surrealista: «Oso polar,/Starsky en los pasillos,/cartelería». No es un mérito menor de este libro que el prólogo, titulado «Un oso polar es más bello que un volcán manchego (excepto Sarita Montiel)», lo haya escrito Eva Samsung.