Hoy les propongo que hagamos todos una seria reflexión y una pregunta: ¿A quién le importa hoy el campo asturiano? Seguro que la mayoría de ustedes coincidirán conmigo en que a muy pocas personas les preocupa este tema.
Hagamos un breve repaso por las causas o motivos por las que el campo asturiano se encuentra en estos momentos sumergido en una angustiosa situación de agonía, a la que a nadie parece preocuparle lo mas mínimo.
La primera en desmarcarse ha sido siempre la clase política, fuera esta del signo que fuera. Los políticos asturianos solo han vuelto su tibia mirada hacia el sector primario en vísperas de unas elecciones, intentando arañar los escasos votos que pudieran conseguir; haciéndolo siempre desde las promesas demagógicas que una vez pasada la cita con las urnas nunca más se ocuparán de cumplir. La clase política asturiana (la pasada y la presente), nunca se ha interesado por los problemas de los hombres y mujeres del medio rural, precisamente por ser este un sector minoritario, y consecuentemente, con poco poder reivindicativo y escasas reservas de voto.
El consejero/a de turno sabe perfectamente que su misión va a consistir únicamente en la de las buenas palabras y la de la demagogia barata; con esta estrategia y con alguna ayuda que nos pueda venir (ahora cada vez mas jodido el tema) de la UE, como las ICM, la PAC, etcétera, los paisanos iban tirando. Y como hambre no iban a pasar, pues todos tan felices.
Pero, claro, como todo se termina, también para los pobres agricultores y ganaderos se terminan las subvenciones, aunque ellos no suelen salir a la calle, como otros sectores, a que se les concedan mas ayudas. Los campesinos, cuando salen a las calles, salen para reivindicar unos precios mas justos y razonables para lo que producen (en Asturias, fundamentalmente, leche y carne); unos precios que en la mayoría de las explotaciones ganaderas que nos quedan apenas se logra equilibrar entre el coste real de producción y el que finalmente, en el caso de la leche, la empresa le paga al ganadero.
Esto es algo real, algo que no nos estamos inventando nosotros. Cualquiera puede ir hoy a comprar un litro de leche a una gran superficie comercial y verá que no le resultara demasiado difícil encontrar ese litro de leche a 0,50 céntimos de euro. Si le preguntamos a un ganadero asturiano el precio que le están pagando actualmente por ese litro de leche veremos que, en la mayoría de los casos, no pasa de los 0,33 céntimos de euro, un precio equivalente al que se pagaba hace 25 años.
¿Cómo es posible que esto ocurra, nos solemos preguntar? Pues muy fácil: Primero, debido a la gran cadena de intermediarios por los que pasa, que son los que realmente se quedan con las ganancias; en segundo lugar, por la nefasta política que el gobierno siempre ha mantenido con el sector lácteo español, primando la entrada de leche de otros países extranjeros en detrimento de nuestra producción nacional; y tercero, y ligado al primer punto ya reseñado mas arriba, por la avaricia y la falta de escrúpulos de unos empresarios de las grandes superficies que aprovechándose de este producto de primerísima necesidad fijan unos precios por debajo de los de producción a costa de importaciones masivas de la llamada «leche negra», que luego utilizan como reclamo para poder vender otros artículos de menor necesidad. Y aquí, nuevamente, nos encontramos con una clase política que mira para otro lado, pues por una parte no le interesa que un producto como es la leche le suba mucho al consumidor, y por otro lado, puede negociar con esos países que nos venden esa «leche negra» la venta de otros productos excedentes del nuestro, principalmente, cítricos y hortalizas.
Con este triste panorama es con el que se encuentran en la actualidad los titulares de las escasas últimas 2.000 explotaciones de vacuno de leche, según datos del CEDA del pasado mes de septiembre, que nos quedan en Asturias. Todo ello agravado en el presente año por una gran sequía que hemos padecido, lo que hace que muchos ganaderos tengan que estar utilizando ya los forrajes que deberían guardarse para los meses de pleno invierno. Y ante esta situación, ¿qué dice o que hace el Gobierno regional, y mas concretamente la señora consejera de Agroganadería, Maria Jesús Álvarez?, pues nada, simple y llanamente nada. Como mucho, buenas palabras: «Tenemos unas de las mejores razas de carne de vacuno de toda España», declaraba el pasado mes de septiembre en la feria de La Ponte, en el concejo de Pravia, y se quedaba tan feliz. Con esas declaraciones ya tenía justificado su sueldo mensual de mas de 3.500 euros. Que tenemos una excelente cabaña ganadera, señora consejera, lo sabemos todos en Asturias desde hace muchos años, lo que necesita el ganadero y el campesino asturiano es tener otra clase de políticos, unos políticos que sepan defender mejor sus intereses allí donde los hay que defender, ante el Ministerio en Madrid y en Bruselas, donde se cuece todo nuestro futuro. Sobra demagogia y faltan los hechos en nuestros políticos hacia el campo asturiano, tanto regionales como nacionales.
¿Qué pasará con nuestra ganadería y agricultura asturiana a la vuelta de 10 o 15 años? Yo no quiero ser muy pesimista, pero es muy posible que la aparición semanas atrás de rebaños de jabalíes fozando por los parques de Oviedo, y los lobos matando un día si y otro también animales, cada vez más cerca de los núcleos habitados, nos puedan ir dando pistas sobradas de por dónde puede estar llegando el futuro mas inmediato del campo asturiano...
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