¡Fuera vividores de la política!

OPINIÓN

08 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política  o se vive  de la política», nos dijo hace ya un siglo el filósofo y político-sociólogo alemán Max Weber.

Un siglo después, creo que en realidad todos nuestros políticos viven de la política y no para la política. Es más, no sólo cobran un sueldo por ser políticos, es decir viven de la política, sino que  la mayoría son vividores de la política, pues no tienen necesidad de justificar su productividad, ni su razón de ser, pues les basta con tener amistad con su jefe.

¿Por qué pagar unos suculentos sueldos a millones de parásitos que se llaman a sí mismos servidores de los ciudadanos, cuando hay ciudadanos que estarían dispuestos a hacer gratuitamente el mismo trabajo y hacerlo mejor?

No hablo de privar del sueldo a unas personas que están ya enganchadas a lo que se llama la erótica del poder (hasta que no se desenganchen). Tampoco hablo de reducir el número de políticos, aunque es evidente que sobran el 50%. Digo simplemente que de ahora en adelante no exista en los presupuestos del Estado y de las regiones autónomas una partida que se titule sueldos de los parlamentarios, ni en los presupuestos de los ayuntamientos la correspondiente partida para los concejales. Tampoco me estoy refiriendo a los miembros del gobierno ni a los alcaldes de grandes poblaciones, ni tampoco a ese uno por mil de políticos de profesión que serían necesarios y bastarían para el funcionamiento de la vida política.

Quien no se haya dado cuenta que estamos en la era de las llamadas telefónicas gratuitas a cualquier parte del mundo, quien no sepa que existen las videoconferencias, como ya se practica en el mundo de la empresa, quien no sepa que desde su propia casa puede participar en un debate sin necesidad de viajes, dietas y pérdida de tiempo, quien no se haya percatado de que los chismorreos y descalificaciones o insultos no son para los debates políticos sino para ciertos programas de televisión, debe recurrir al médico para que éste le despierte de su letargo y le convenza de que estamos en el siglo XXI. O quizás deba ir al oculista para que le resuelva el problema de su miopía.

Con dos horas de videoconferencia diarias de lunes a jueves o a viernes a partir de las 19 ó 20 horas hay más que suficiente para tratar de todos los problemas políticos y aprobar todas las leyes que sean necesarias. Nadie estaría obligado a renunciar a su profesión ni a su vida familiar para dedicarse a la política. Contra la corrupción y el despilfarro de los políticos, políticos sin sueldo político.

Políticos de vocación ya, políticos sin sueldo ya. Hay muchísimas personas que estarían dispuestas a hacerlo, por no hablar de los millones de jubilados que podrían prestar gratuitamente sus conocimientos y su experiencia al bien de la sociedad.

¿Cómo se van a pagar, si no, los miles de millones de deuda que tiene España? ¿Cómo se pagarán, si no, las pensiones? ¿Cómo vamos a poder evitar, si no, que nuestros investigadores se nos marchen al extranjero?

Es hora de buscar nuevas soluciones. De repente y sin mayor esfuerzo desaparecerían de un plumazo todos los chupópteros y vividores de la política.  

¿Es esto pedir peras al olmo? Quizás. Pero alguien dijo «quien no intenta lo imposible, no alcanza lo posible».