Decía Miguel de Unamuno que «lo importante en el hombre no es tener razón sino verdad». En el debate abierto sobre la modificación de callejero en Oviedo está ausente, en buena medida, la verdad y aparece cargado de razones, que no de razón: razones parciales y en algunos flagrantes casos, sectarias.
Que un gobierno que cabalga entre la izquierda y la ultraizquierda decida retirar calles a militares franquistas parece lógico, aunque los años transcurridos y las lecciones que suele aportar la perspectiva histórica aconsejarían dejar las cosas como están. Claro que esta es una opinión personal, y por ello subjetiva.
Lo que no es subjetivo, sino objetivo y evidente es que José Calvo-Sotelo fue asesinado por policías antes de que comenzase la Guerra Civil. El argumento esgrimido de que luego fue considerado protomártir es interesado y tramposo. Lo que los vencedores decidan en su triunfo no debe cambiar el curso de la verdad: Calvo-Sotelo no fue franquista pues ni siquiera llegó a vivir el 18 de julio de 1936.
José María Fernández-Ladreda fue alcalde de Oviedo y en esa calidad recibió una calle de su ciudad, aunque luego fuese ministro con Franco. Y no mal ministro para los intereses de Asturias, por cierto. Sin embargo, nadie cuestiona que se retire la calle a Valentín Masip, alcalde durante el franquismo (nombrado pues a dedo por las autoridades del régimen). Me parece absolutamente justo que se mantenga, pero no quiero pensar que el hecho de que sea padre del socialista Antonio Masip tenga algo que ver.
De Yela Utrilla, que recibió la calle por su condición de destacado catedrático de latín y no por falangista se pueden decir cosas parecidas. Y como colofón estrafalario y solo entendible como culminación de un proceso de absoluta indigencia intelectual, está la retirada de «caudillos» del Jardín de los Reyes Caudillos adyacente a la Catedral. Debería estar penado ser tan ignorante como para hacer esta propuesta.
Sólo he visto una luz de sensatez en la propuesta del alcalde de no nombrar calles con militares ni políticos y sí con las denominaciones originales de las zonas por las que se levantaron las calles afectadas.
Que alguien con cierto mando en plaza calificase de «fachas» a los miembros de la anterior comisión que debatió sobre las calles demuestra la ausencia de verdad y el exceso de razones personales, ideológicas y sectarias que inunda este asunto. Aquellos que hace algo más de un año llegaron al poder en Oviedo asegurando que las cosas iban a cambiar a mejor han fracasado de forma total; a no ser que la mejoría sea su mejoría, basada en la mendacidad y en la autocomplacencia de quien carece de lecturas adecuadas.
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