Scariolo tiene discurso

OPINIÓN

11 ago 2016 . Actualizado a las 13:53 h.

Escribo el miércoles por la mañana, abatido (un poco menos) por la sangrante (menos, menos) derrota del equipo de baloncesto español frente al de Brasil, entre cuyos dudosos méritos aparece el de incluir un García en su segundo equipo. Escribo después de haberme aplicado un  remedio en forma de libro, el de José María Álvarez titulado Desolada grandeza (Sedmay Ediciones, 1976), con semblanzas de Valentino, Marilyn Monroe, Lautreamont, Greta Garbo y otros grandes desolados. Escribo porque escuecen las derrotas pero las derrotas vicarias no hacen sangre. Escribo el miércoles para no escuchar a Scariolo. Porque Sergio Scariolo tiene discurso. Es el storyteller mayor del reino del deporte. Yo no sé si mata o es Pantaleón el de las visitadoras. En esta España mía, esta España nuestra, la de la nuevamente beatificada Cecilia, dama, dama, ganas una vez y te la guardas para restregársela a tus enemigos, a tus amigos, a tus conocidos y a tus saludados. Pasan los años, te crecen los hijos y el ego, vendes el discurso de la humildad pero en el fondo te paseas como Ricky Rubio por su casa buscando qué hacer, a quién pasar, a quién decirle gimme five, man, mientras te pasas la mano por tu nuevo corte de pelo de noventa bucks. Rudy no moja porque no ve el aro. Mirotic ha conseguido engañar a los mandamases de la NBA porque le roban la cartera haciendo dobles y haciendo pasos. Scariolo anda cazando pokémon por la cancha al ritmo del Achilipú de Dolores Vargas La Terremoto: Si yo tuviera un palacio, contigo me casaría? Scariolo imparte conferencias sobre liderazgo y gestión de grupos. El discurso de Scariolo es la gomina. Me paso al voleibol femenino, donde el discurso va sobre la equipación de las deportistas egipcias. Y ahí es más sencillo meter la pata.