La corrección política es un cáncer de la actualidad, pero el problema es que este cáncer se ha metastatizado y empieza a invadir toda la sociedad.
La semana pasada cientos de personas trataron de vetar un libro de ficción dedicado al público juvenil debido a que creían que promulgaba unos valores contrarios a lo que ellos consideraban que debe leer un menor. El libro del que hablo es el libro de María Frisa 75 consejos para sobrevivir en el colegio y como la propia autora apunta: «es un manual redactado en clave irónica por Sara, su protagonista, que da su particular y mordaz visión del mundo con un marcado tono de humor e ironía». En este caso, las miles de personas que firmaron y apoyaron la petición para la retirada del libro por parte de la editorial Alfaguara, que ha asegurado que no va a dejar de editar la novela, bravo por ellos, se han fijado simplemente en el título y extractos sacados de contexto. En esta situación vemos reflejada una gran parte de la mezquindad e ignorancia que arrastra el pueblo español. Partiendo de la censura que intentan aplicar, por si ya fuese poca la censura que aplican los gobiernos; las instituciones; las editoriales; la autocensura del artista,que es de las peores; ahora llega la censura del pueblo, cuando cada uno es libre de comprar un libro o no, no nos contentamos con esto, queremos prohibir la publicación de uno porque no encaja con nuestros ideales y reglas morales. La dictadura del pueblo es de la peor de las dictaduras, y parece que muchos españoles están por la labor de instaurar su dictadura.
Una discusión que se repite a menudo en mi vida es de aquellos que defienden o atacan una acción,una obra de arte, una pieza literaria basándose en parámetros morales y éticos, en el peor de los casos hasta religiosos. Siempre defiendo que por lo único que debe juzgarse es por la ley, y en muchos casos ni por ésta.
De un país de libertades como fue el nuestros estamos volviendo al prohibicionismo absoluto, demos gracias a Rajoy, y a la corrección política. Soy asiduo lector de Mongolia y Orgullo y Satisfacción me gusta adentrarme en sus páginas y ver que aún queda gente en España que mete el dedo en el culo, iba a decir en el ojo, pero caería en lo que tanto critico, que hacen una crítica en tono cómico, pero no por ello menos veraz, del gobierno, de la sociedad, del país.
Me encanta esa frase de los perfectos, así llamó a todos aquellos partidarios y defensores de la corrección, todos los que les parece mal cualquier cosa que moleste o altere a cualquier grupo social, porque en su perfección está su condena- que lo hacen por los niños, para mejorar la sociedad. Siempre me viene a la cabeza ese capítulo de The Simpsons sobre la sala de variedades donde la mujer del reverendo esgrime: «los niños, es que nadie piensa en los niños». Y es imposible no mirar a 'los perfectos' con condescendencia y luego soltar una carcajada.
En España se prohíbe emitir boxeo debido a la ley del menor; se prohíbe fumar en algunos estadios y plazas de toros; la OMS pide que las películas que exhiban a personajes fumando sean clasificadas no aptas para menores y que tengan un aviso de que en ellas sale tabaco; cualquier comentario en tono irónico o humorístico que pongas en un red social puede acabar con tu carrera profesional; intentamos borrar pedazos de historias porque no nos gustan; hay una plataforma llamada change.org donde cada uno puede iniciar campañas para reivindicar cualquier causa, por irracional que sea, y tendrá cientos de apoyos que muchas veces hacen a alguien la vida imposible; no sepueden decir tacos, no se puede beber, no se puede nada en televisión, pero si vejar a personas y ridiculizarlas al máximo, todo ello a la hora de la siesta.
Odio la corrección política, odio a los perfectos. Me gustan los que fuman, aquellos a los que se les escapan tacos, los que beben, no me importa que la gente consuma drogas. El boxeo y los toros me la ponen dura, y más si hablan de ellos Garci y Gistau. Amo a los deportistas salvajes, en especial a los futbolistas, «aquellos que malgastan su don y aborrecen la gloria porque hay que madrugar» esos son de los míos «arrojan su carrera por la alcantarilla, como si la felicidad apestase» decía Tallón apretando una cerveza como el que se agarra a la vida. Me gustan las mujeres, pero estoy encantado de que a otros les gusten los hombres y tengan los mismos derechos heteros y homosexuales, es de lo poco que me enorgullezco de España. Sobretodo y ante todo me gusta la libertad por encima todo.
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