Los Sanfermines, mejor que el sexo

OPINIÓN

11 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos días me siento pamplonica, el que más. Del 6 al 14 de julio, son los Sanfermines mejor que el sexo. El día 6, al mediodía, Pamplona explota y la onda expansiva alcanza todo el mundo. La ciudad queda inmersa en un halo de muerte y fiesta, de adrenalina, pasión y sangre. Y yo me enamoro.

Es la fiesta de los pamploneses, pero también la mía, la de todos. Es imposible no caer rendido a los pies del santo moreno, que toma la ciudad y se apodera de ella durante estos días. La primera vez que llegue a Pamplona era invierno, el cielo gris y llovía, como casi siempre ocurre allí. Paseé por Estafeta con el bello de punta, era la calle que tantas mañana había visto en la televisión. Pero no había toros, no era julio y no iba de blanco y rojo. «Los Sanfermines se viven, se disfrutan, se respetan. Pero se no pueden explicar», me dijo un señor en los toros mientras cantábamos, comíamos, bebíamos, fumábamos. La gente en los toros come. Comen porque tienen hambre, el hambre que da la droga, el hambre que da la fiesta, el hambre que da el hambre. La gente en los toros bebe. Beben porque sí. Beben por el calor, beben por el alcohol, beben porque están en los toros. Y aquí en Pamplona se viene a los toros para esto, y en el ruedo unos hombres se juegan la vida, pero eso pocas veces importa en el tendido sol. Poco antes, otros muchos ya se la han jugado por la mañana contra seis toros y seis cabestros.

Recuerdo el día que corrí. Una mañana fría y húmeda, el corazón se me salía del pecho y aún faltaban horas para El Encierro. Corrí y no me pasó nada. Di las gracias y saboreé la tradición y lo afortunado que era de haber vivido aquello. Recuerdo el olor de los toros, manchas negras que pasaban como centellas; el olor a quemado de los cascos en los adoquines; el respeto y miedo que me infundió todo aquello, y las ganas de vivir.

Porque las fiestas de San Fermín no son sólo borracheras, diversión y una ciudad sin ley. Si opinan esto, es que no saben nada. Sanfermines no es una fiesta, es La Fiesta. Y deben conocerla y respetarla. La víspera sin pegar ojo; el almuerzo con la cuadrilla; El txupinazo; ver a los toros en los corrales y en el encierrillo; la procesión del santo con su jota; los niños corriendo entre los kilikis y los gigantes; el encierro; el apartado; los toros; las peñas, la andanada 11,donde podría vivir toda la vida; el baile de la alpargata; los churros de La Mañueta; sus guiris; y tantas y tantas cosas que sólo surgen bajo la magia que se da estos días en la capital navarra.

Así que les aconsejo a todos acudir a estas fiestas, a La Fiesta. Yo caí rendido, y siempre llevo dentro de mí a Pamplona y a su fiesta, y cada año no fallo a la cita. Acudan con predisposición y ganas de descubrir lo que son de verdad estas fiestas, fuera los prejuicios y las ideas preconcebidas. Disfruten los días y las noches. Conviértanse en pamplonicas de adopción, búsquense ropa blanca, un pañuelo y una faja; lo demás lo pondrá esa maravillosa ciudad que es Pamplona y su gente.

Ya saben: los Sanfermines, mejor que el sexo.