Hay múltiples relatos tratando de imponerse tras las elecciones del domingo 26 de junio que sorprendieron a la mayor parte de la ciudadanía española. La inmensa mayoría de las demoscópicas coincidían en que Unidos Podemos iba a alzarse con la segunda posición tanto en votos como en escaños, lo que le otorgaría el rol de fuerza encargada de encabezar un Gobierno alternativo al de Mariano Rajoy cuyo leitmotiv fuese revertir las políticas de austeridad y recortes que seguirán rigiendo España durante la próxima legislatura, salvo sorpresa mayúscula. Hay resquicios mínimos para creer que si el Partido Socialista no se atrevió con la aritmética parlamentaria del 20D a encabezar un Gobierno progresista que olvidase las políticas del Partido Popular, es decir, que se emancipase de su acuerdo con Ciudadanos para que, en lo sustancial, nada cambiase, vaya a hacerlo ahora con 5 escaños menos a su favor.
Ante esta mayoría holgada del Partido Popular y el retroceso tanto del Partido Socialista como de Ciudadanos, así como el estancamiento de Unidos Podemos en 71 escaños, hay quienes dicen que sale fortalecido el bipartidismo. Yo creo que es erróneo pensar esto, puesto que hay dos almas en el Partido Socialista: la que les pide facilitar la gobernabilidad y pasar a la oposición (que ya asomó en diciembre) y un alma progresista que les pide llegar a acuerdos con Unidos Podemos (se intuye, al menos por las declaraciones de algunos de sus portavoces y su negativa a pactar con el PP en diciembre). La tensión entre estas dos almas, y un amplio apoyo en los sectores de edad comprendidos entre los 45 y los 60 años le permiten al Partido Socialista tener un espacio electoral sólido y estar en un empate técnico frente a Unidos Podemos que se prolonga desde el 20D. Además, Unidos Podemos y Ciudadanos suman 8 millones de votos con un amplio apoyo en los sectores más jóvenes del electorado, lo que permite pensar que han venido para establecerse y que no hay motivos para creer que vayan a ser flor de un día.
Otro relato que parece imponerse es el de que el votante español es de un perfil mayoritariamente conservador, a tenor del avance del voto conservador representado en el Partido Popular y Ciudadanos. Históricamente hay datos que avalan que esta tesis es errónea, y la abstención que ayer se materializó en un menor número de votos y escaños de carácter progresista que ninguna encuesta supo prever también desmiente estos postulados. España es un país cuyo votante medio es progresista y tiene unas ideas más identificadas en el centro-izquierda y el avance social. No en vano el Partido Socialista ha gobernado durante tantos años. Aunque ahora mismo la hegemonía política la tiene el Partido Popular, en un periodo de impasse a la espera de que las nuevas generaciones agarren el testigo, España no es un país cuyos votantes sean conservadores.
Hay un tercer y hasta un cuarto relato que dicen que el cambio se frena y que Unidos Podemos se hunde. El primer relato, el relato que trata de hacer ver que Unidos Podemos y Ciudadanos son flor de un día y que el paso de las elecciones hará que su poder institucional no está avalado por ninguna pragmática. En el caso de Unidos Podemos, sigue encabezando la ola de cambio que el 15M estableció en nuestro país y tras las elecciones catalanas supo revalorizar sus posiciones a pesar de no haber logrado el resultado que esperaban. No en vano el 20D y hoy son la primera fuerza política en Catalunya. Ciudadanos, por su parte, ha sabido (o más bien podido) resistir el envite de una campaña que por momentos ha tendido a la polarización entre el Partido Popular y Unidos Podemos, además de los posibles costes electorales del acuerdo con el Partido Socialista para su electorado más conservador. Aún así, es un logro que una fuerza política con tintes similares a los de UPyD tanto a nivel programático como discursivo, triplique, en una situación complicada, el mejor resultado de la formación magenta.
Así las cosas, no, el cambio no es flor de un día y ha venido para quedarse. Es importante reseñar que además de cuatro opciones políticas principales en España, tenemos cuatro grandes grupos de votantes muy diversos que son los que, en última instancia, deciden las elecciones. Estos votantes van desde la generación de la democracia, que son 12 millones de personas menores de 40 años, un 34% del censo electoral, que han nacido y crecido sólo en democracia. Tenemos, también, la generación de la Transición, que la componen personas mayores de 45 años y que supone hasta 9 millones y medio del total. Por último están la generación de la autarquía, hasta 9 millones de personas mayores de 57 años, y los niños y niñas de la guerra, hoy mayores de 77 años y que suponen 4 millones de votantes. Estas elecciones, igual que sucediera con el Brexit, las han decidido los votantes mayores de 60 años.
Huelga decir que no, que el resultado de Unidos Podemos no es bueno. Su objetivo electoral era erigirse como la primera fuerza progresista y encabezar un Gobierno de coalición junto al Partido Socialista. Y no lo consiguieron ni en votos ni en escaños. Esto no resultó sorprendente únicamente para Unidos Podemos y sus simpatizantes y votantes, sino para toda España. A medida que avanzaba el recuento nadie daba crédito a lo que se estaba viendo. He ahí la importancia del Brexit y el cisne negro.
Son varios los analistas que coinciden en reseñar que el Brexit habría podido incidir en forma de cisne negro en los resultados electorales de España, activando esa suerte de voto de seguridad y de confianza que favorece al bipartidismo. Cuando Partido Popular y Partido Socialista estaban cansados de intentar activar el voto del miedo y Unidos Podemos lo había repelido con maestría llevando el peso cultural y estratégico de la campaña, un acontecimiento tan singular que conllevó un impacto extremo en la opinión pública a escasos días de las elecciones pudo tornarse definitivo.
Voy a terminar el artículo citando por partida doble esa gran obra que es El Principito. Mientras que muchas personas se identifican hoy con esta cita: «Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas mayores pudieran comprender. Siempre estas personas tienen necesidad de explicaciones» yo prefiero quedarme con esta otra: «Este sería despreciado por los otros, por el rey, por el vanidoso, por el bebedor por el hombre de negocios. Y, sin embargo, es el único que no me parece ridículo, quizás porque se ocupa de otra cosa y no de sí mismo».
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